Interés General - UNA HISTORIA PARA CONTAR

Domingo 10 de Marzo de 2019 - 12:42 hs

La santafesina que conjuga arte y ayuda humanitaria en África

Se trata de la artista plástica Gabriela Garrote. Conocé la historia de su viaje a Etiopía y mirá las imágenes en nuestra nota.

Actualizado: Domingo 10 de Marzo de 2019 - 22:03 hs

Pocas cosas sorprenden tanto como abrir con confianza una canilla y descubrir que no sale agua. Ni hablar de lo feo que es estar a medio bañarse y que empiece a caer de la ducha con cuentagotas, o tener sed y no poder saciarla de forma inmediata. Esos momentos parecen terribles, justamente por la costumbre de que el agua "nunca falte".

Pero de realidades diversas está plagado el mundo y conocerlas hace que la mirada vuelva a ponerse en perspectiva y conectemos con, por ejemplo, la suerte de tener agua potable al alcance de la mano. Sí, suerte, porque aunque el acceso al agua es un derecho fundamental, todavía hoy hay mucha gente que sufre su escasez. 

Es el caso de países africanos donde la población no sabe convivir con el agua, porque no la tiene. Etiopía es uno de los lugares más álgidos: los habitantes conviven diariamente con enfermedades y todo tipo de riesgos por no contar con el recurso para poder higienizarse, lavar alimentos, o simplemente hidratarse. Conseguir agua en estos lugares es una ardua tarea que supervisan los hombres, pero llevan a cabo las mujeres, que caminan kilómetros con un bidón de 30 litros a cuestas. Mujeres que, por otro lado, se convierten en "niñas madres" a los 11 o 12 años por ser abusadas dentro y fuera de su familia a muy temprana edad.  

Hace dos años, y casi por casualidad (¿existen?), la santafesina Gabriela Garrote se vio rodeada en Madrid por un grupo de personas que colabora activamente en la Fundación Emalaikat, dedicada a promover la creación y el desarrollo de recursos acuíferos sostenibles en el continente africano. Dentro de esta organización, y lideradas por Lourdes, una monja catalana que hace 30 años vive en África y 10 en Muketurri, Etiopía, más de 30 mujeres trabajan para que las tribus etíopes tengan agua de forma más accesible. Cada pozo que se construye, sirve para abastecer a 250 personas.

A partir de ese momento, y conmovida por las historias que escuchó, Gabriela quiso empezar a ayudar: es así como primero surgió el grupo "Los de la leche", conformado por amigos que todos los meses compraban latas de leche para donar a esa comunidad. "Después decidimos apostar un poco más", cuenta la artista: compraron una vaca y gallinas que proveen a los niños de 17 litros de leche diarios y huevos, para seguir colaborando a que tengan una dieta balanceada. Pero también mantener estos animales vivos sólo es posible gracias a que cuentan con agua. Una vez más, recurso imprescindible para la vida.

Gabriela fue involucrándose cada vez más con estas historias y sintió la necesidad de estar ahí, y ayudar a través de lo que ella misma denomina como su "mayor capital": el arte. Con todas las ganas a cuestas y cincuenta kilos de alfajores de chocolate adentro de la valija, emprendió viaje en octubre. Primero llegó a Madrid donde compró 250 pinceles, y finalmente a Etiopía donde consiguió cinco latas de pintura: roja, azul, amarilla, blanca, y negra. 

Durante tres semanas, todas las mañanas se levantaba e iba a visitar una tribu diferente. "Lo que quería es que ellos experimenten el arte", explica. Sin mediar palabras, los chicos de la comunidad etíope y ella se comunicaron a través de los colores y el contacto físico. "Mojaba mis manos en el rojo, y al acariciarlas con las de ellos que estaban pintadas de amarillo, aparecía el anaranjado", cuenta Gabriela como quien devela un truco de magia. Todos esos descubrimientos se plasmaron después en cualquier superficie que pudiera ser intervenida: una hoja de planta, un cartón, y hasta las paredes del comedor comunitario explotaron de creatividad. 

"Esto me sensibilizó mucho más", cuenta sobre la experiencia. A la vuelta de su viaje, Gabriela aprovechó la inspiración y las ganas de seguir colaborando, pintó una serie de acuarelas que luego vendió y destinó lo recaudado a la construcción de otros dos pozos de agua para los chicos."Lo que yo quería era pintar, y que de mis acuarelas salga el recurso económico para poder colaborar un poco más con ellos", finaliza. 

 

Mirá acá la entrevista completa e imágenes del viaje:

 

Fuente: LT10