La respuesta es cruda y sin miramientos: para el protocolo de la realeza británica, la actriz estadounidense carece de "sangre real".
Esa es la razón por la que Meghan no será llamada princesa después de que se case con el príncipe Harry este 19 de mayo.
En términos prácticos, la regla se traduce en que Megham Markle se verá obligada a seguir el ejemplo de su futura cuñada. Cuando Catherine Middleton y el príncipe William fueron pronunciados "esposa y esposo", en 2011, ella se convirtió automáticamente en su alteza real princesa William de Gales.
Hay una gran probabilidad de que Meghan se convierta en su alteza real princesa Harry de Gales. Así es que, al menos oficialmente, los británicos pueden ir olvidándose de la princesa Meg, así como no hay princesa Kate.
La excepción a la regla
Pero como sucede con muchas cosas conectadas con el protocolo de la realeza británica, siempre hay una excepción a la norma: el esposo de la reina, Felipe, sí es príncipe.
Cuando él se casó con la entonces princesa Isabel en 1947, el rey George VI lo hizo "duque de Edimburgo".
No fue hasta febrero de 1957 cuando se convirtió en príncipe Felipe, cuando la reina "acordó para él el estilo y el título de príncipe del Reino Unido".
La monarca podría convertir a Kate y Meghan en princesas, pero debido a la rigidez de las tradiciones que rodean la realeza británica, quizás se tome mucho tiempo.