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Domingo 24 de Julio de 2011 - 13:45 hs

Victoria Donda: "Marcela y Felipe la quieren a Ernestina"

Nieta recuperada, revela cuánto le costó determinar su verdadera identidad. Pide que no se pierda la dimensión humana en el caso de los hermanos Noble y recuerda que aún quedan 400 nietos por recuperar.

 Yo, a este tramo, hasta el día 31, lo veo complicado”.

Así dice la diputada Victoria Donda, del Movimiento Libres del Sur, mientras el rigor del invierno cae sobre la tarde de Buenos Aires.

“Y lo veo complicado porque observo que, cada vez, la discusión política es más fuerte. Me parece que lo que hay que cuidar es que, en este tramo, se puedan sincerar determinadas políticas de gestión y determinados posicionamientos en la sociedad. Tiene que haber un esfuerzo, dentro de la dirigencia política, por mantener un diálogo cordial”.

—¿Por qué Pino Solanas no anudó ninguna alianza en la Capital?

—Creo que ese es uno de los errores de Pino, del Movimiento Proyecto Sur. Y me hago cargo. Nosotros formamos parte en la Ciudad de Buenos Aires de Proyecto Sur y la verdad es que no estuvimos de acuerdo ni con la presentación de fórmula. Creo que era una oportunidad de poder entrar al ballottage y disputarle en serio a Macri la gestión porteña. Por supuesto que estoy pensando en una fórmula más amplia y un espectro más grande en el que la sociedad se sienta contenida; donde se pueda ubicar a un compañero (o a una compañera) de fórmula con Pino que, de alguna forma, complemente algunas cuestiones de su imagen y de las carencias que tiene todo ser humano. Para esto se presentan fórmulas y me parece que Selser es un excelente profesional, un excelente legislador y una persona a la cual respeto mucho, pero que no cumple con los requisitos para ese papel. También el desorden en el armado de las listas colaboró con este resultado al no presentar una estructura más fuerte de alianzas. Fijate que la alianza presentaba un importante espectro progresista pero el desorden en el armado hizo que no se pudiera presentar con toda la potencia que tenía. Por otro lado, me parece que terminó haciéndole mucho mal al Movimiento Proyecto Sur en la Ciudad de Buenos Aires cuando Pino sale a plantear que su candidato a presidente no era Binner sino otro y que no iba a estar dentro del Frente Amplio Progresista que es la opción nacional. Me parece que esto desilusionó un poco a alguna gente.

—Puede ser y éste es un tiempo de turbulencia, de antagonismos. Hay una polarización muy grande al estilo K, pero también parecería que la polarización se fue de las manos de quienes la promovieron. ¿Vos también lo ves así?

—No sé si se fue de las manos de los que la promovieron o es funcional a ellos mismos y al otro sector que está enfrente al que la polarización hace crecer más de lo que realmente es. Porque, mirá, ¿hoy contra quién está polarizado? Contra nadie. La oposición tiene una dispersión tan grande de votos que, ya hace un tiempo, Pino planteaba: “Bueno, hay que ser la opción al bipartidismo”. Y hoy no hay bipartidismo. Hoy hay un Frente Amplio Progresista que puede ser la segunda fuerza en el orden nacional. Si no me equivoco, Binner es hoy para mí el candidato presidencial más potente que hay y uno de los frentes políticos que no tienen techo de crecimiento en la Argentina.

—¡Me asombra tu seguridad, Vicky! ¿Cuántos años tenés?

—Tengo treinta años.

—Es notable lo sensata que sos. Tus declaraciones, en general, son de una gran madurez. Como venimos diciendo, este es un momento en el que surgen temas urticantes además de las elecciones: por un lado, Schoklender; por otro, los hijos de Ernestina Noble, el tema Skanska. La lista podría continuar y por tu historia, el tema de la desaparición de personas es particularmente doloroso.

—Soy sincera. La verdad es que, cuando hablo, bueno… Si hay algo que critiqué siempre es la falta de sinceridad. Yo milito desde muy chica. Desde los 17 años.

—¿Ya sabías que eras hija de desaparecidos?

—No. Y empecé a militar en la misma organización que hoy es Libres del Sur. Siempre tuve una mirada crítica hacia la política tradicional. A lo que no me gustaba de los políticos. Desde nuestra organización, nos planteamos la opción de no repetir modelos. Creo que hay que hablar con sinceridad y la verdad es que, a veces, hay algunas declaraciones que duelen. Sobre todo cuando uno tiene planteos en el medio de dos grupos que son poderosos, también es complicado porque acabás siendo algo así como la mortadela del sándwich. Por eso prefiero siempre manifestar lo que pienso. Vos me decías que soy sensata: a veces, sí y a veces, no. También suelo ser bastante impulsiva pero digo siempre lo que pienso.

—El caso de los hijos de Herrera de Noble toca de cerca tu historia. ¿Vos me decías que a los 17 años todavía no conocías tu verdadera identidad? ¿Que nadie te había dicho que eras hija de desaparecidos?

—No.

—¿Te molesta hablar del tema?

—No.

—¿Cómo sospechaste la verdad?

—En realidad, yo no sospeché. En 2001, cuando comenzaron a hacerse las asambleas en los barrios nos unimos Libres del Sur con el Movimiento Barrios de Pie. Habíamos armado un comedor en Dock Sur, había una asamblea barrial en el barrio en el que yo me había criado desde chiquita y un señor grande del Partido Comunista que estaba en la asamblea me reconoció. Mi nombre era otro. En aquel momento, me decían Analía. Yo me anoté en la lista para hablar en la asamblea, ese señor llamó a Abuelas, hizo su denuncia y dijo que siempre le había parecido que yo podía ser hija de desaparecidos. Entonces, Abuelas y la Comisión Hermanos de la agrupación HIJOS comenzaron a investigar y en agosto de 2003 se acercaron y me dijeron que yo podía ser hija de desaparecidos.

—¿Vos sabías que eras adoptada?

—No.

—Quizás prefieras no hablar de esto...

—No, no sabía.

Luego de un breve silencio, retoma:

—Yo tengo dos hermanas. Una hermana biológica y una hermana de crianza.
—¿Te ves con ellas?

—Mi hermanita de crianza es… mi hermanita. La adoro y tenemos un vínculo muy lindo. Y con mi hermana biológica todavía no he podido construir un vínculo semejante.

—¿Cuándo conociste a tu hermana biológica?

—Hace dos años.

—Qué experiencia complicada… Si en circunstancias normales a veces es difícil que las relaciones sean estables y serenas, lograrlo entre dos personas grandes...
—Sí, sí. Y todavía más difícil porque las dos elegimos caminos ideológicos diferentes y tenemos posiciones definidas. Para mí es muy difícil y supongo que para ella también. Tal vez en algún momento de nuestras vidas, algo se pueda reconstruir. Lo que, al menos, a mí me sirvió fue entender el concepto de familia con una mirada distinta. Para mí la familia también se construye. Son los vínculos que uno va generando.

—No es automático.

—No. Y no sólo se da por definición biológica o genética. Esto hay que entenderlo. Sin duda hay un vínculo genético. Cuando la veo a mi hermana Eva –sonríe–, bueno, somos físicamente reparecidas. Ella es rubia y yo, morocha…

Hay mucha emoción en sus ojos.

—Pero mi hermanita es mi hermanita de crianza.

—¿Y con los padres que te adoptaron?

—Que me apropiaron –corrige–. Con ellos siempre tuve muy buena relación. No creo en los estereotipos y a mí me sería mucho más fácil, para explicar la historia, decir que a mi apropiador no lo quiero. O que, cuando me enteré de que me apropiaron, no lo quise más. La verdad es que no. Me enojé mucho… El 28 de julio de 2003, cuando él se entera de que el juez Garzón le pide la extradición, se pega un tiro y falla. Queda vivo. Estuvo mucho tiempo en terapia intensiva, tuvo una gran depresión sin poder hablar porque el disparo le dio en la mandíbula –Vicky suspira profundamente–. Me pidió perdón y después dijo que él iba a asumir su responsabilidad ante la sociedad. La verdad es que yo, como ser humano, lo perdoné y lo quiero y lo quise y lo voy a seguir queriendo aunque mucha gente no lo puede entender. La verdad es que el amor es como una canilla que no podés cerrar. A mí me crió él. Cuando yo empecé a militar, no le gustó.

—Claro. Una ideología muy diferente… ¿Y la que creías que era tu madre?
El tema es muy doloroso y Vicky suspira profundamente.

—Ella era una mujer muy humilde que no sabía leer ni escribir. Falleció hace dos años. A mi mamá le enseñé a leer y escribir cuando yo tenía 15 o 16 años.

Es imposible no conmoverse ante relato tan doloroso pero, con serenidad, Vicky continúa:
—A ella también la criaron. Yo creo que sentía como una cosa de responsabilidad hacia mí. Era una mujer que me enseñó muchas cosas y a la cual amé y sigo amando.

—Y en este momento, en que un tema sagrado como es el de los hijos apropiados es discutido políticamente ¿cómo es tu mirada sobre el caso Noble-Herrera y el escándalo que ha suscitado?

—Yo creo que, por un lado, está la tarea de las Abuelas en su búsqueda de los nietos. Me parece que eso hay que dejarlo a salvo. Aquí hay todavía cuatrocientos nietos que no han aparecido. Cuatrocientas personas que merecen saber su identidad. La identidad es un derecho humano irrenunciable. Por eso peleamos por la Ley del ADN obligatorio que hoy está en vigencia. Es una ley de la democracia que la Justicia debería haber aplicado también en este caso. Creo que se manejaron mal en este caso. Se manejó mal el Gobierno al tomarlo como una bandera y no asumir su responsabilidad como Estado. ¿Qué quiero decir con esto? Bueno, el Estado tiene la responsabilidad de encontrar a los nietos. No me parece mal que el Estado intervenga en las causas. Corresponde que haya responsabilidad del Estado. No me parece bien, en cambio, que los militantes de La Cámpora les griten a los periodistas de Canal 13. Y si alguien cometió un ilícito será la señora Ernestina Herrera de Noble, quien deberá explicarlo ante la Justicia. Y, entre otras cosas, es evidente que se llegó a este estado en la causa porque esas adopciones no fueron adopciones regulares. Si hubieran sido adopciones regulares, habría un expediente al cual acudir que diría “a la mamá de este chico le pasó esto. A este chico le pasó esto y esto. Por eso lo tengo yo”. Eso no está en la causa y por eso también se ha llegado a este punto. Creo que esto debe plantearse. Me parece que, de los dos lados, se perdió la perspectiva de lo que está en el medio. En el medio están Marcela y Felipe y detrás, cuatrocientos nietos que todavía hay que encontrar. Me parece que aquí falta la dimensión del ser humano. He escuchado a un montón de gente que dice: “Diez años. ¿No es sospechoso que hayan tardado diez años para hacerse el ADN?” Bueno, decidieron hacérselo. Acudieron al Banco de Datos Genéticos. Entonces, esperemos que se compruebe con los casos que faltan. Esperemos con los casos que todavía están. Esperemos el tiempo que haya que esperar para que se sigan sumando los casos que todavía se están denunciando por los juicios que se están haciendo. Bueno, ahora ya está. Decidieron hacerlo. Su sangre queda consignada en el Banco de Datos Genéticos. El Banco es, en la Argentina, la institución sobre la que no podemos echar sombras de duda. Todavía falta encontrar a cuatrocientos nietos y me parece que esto, en la disputa económica y política, se pierde de vista. Así como se pierde de vista el sentimiento de dos personas. No me cabe dudas de que Marcela y Felipe la quieran a Ernestina. Y los nombro por sus nombres de pila porque quiero poner en relevancia la dimensión humana del problema. El Estado tiene que tratar de hacer todos los esfuerzos para recuperar la identidad de esas dos personas.

—No convertirlos en argumentos de uno u otro lado.

—Sí. Por eso me parece que se pierde la dimensión de lo que esas dos personas sufren. Es tan difícil decidir hacerse el ADN como decidir no hacértelo. Yo tardé… no sé… como nueve meses en decidir hacerme el ADN y no porque no quisiera saber. No. Sino porque me daba culpa, miedo. Estaba asustada. Ya militaba de antes y mi primera actividad como militante fue un escrache a Etchecolatz. Yo sabía lo que había pasado durante la dictadura. No tengo dudas acerca de que los genocidas deben ir presos. No tengo dudas acerca de qué hicieron los desaparecidos y quiénes son mi mamá y mi papá. Lo que hicieron y por qué están desaparecidos. Nunca tuve dudas. Decidí y opté por estar de este lado. Pero me costaba hacerme el ADN. Entonces, me imagino que a todos les cuesta. Lo sé. Lo viví con personas a las cuales quiero mucho y ¿qué sé yo?, ¿quién puede decidir sobre esto? Podés tardar diez años, nueve, cinco, un mes. Al otro día. Lo sabe el que lo pasó. El resto son pavadas.
—Siendo tan joven te tocó una experiencia de vida límite: encontrar tu identidad. Esto le ocurre a poca gente en el mundo.
—Sí y en un momento en que no estaba vigente la Ley del ADN. Una de las cosas que más orgullosa me pone es, como diputada, haber colaborado en esa ley. Le expliqué a otros diputados (que después terminaron votando la ley) que uno siente la mochila de, encima tener que recuperar su identidad, tener que recuperarse a sí mismo. Que si me arruinaron la vida, que alguien resuelva mi problema sin que yo tenga que hacer nada. Yo sentía eso: sáquenme esta mochila de encima. Y no hubo nadie que me la sacara. Yo tuve que decidirlo sola.

Vicky, de pronto, parece una mujer con más años y resulta profundamente conmovedora. Luego de un silencio, ella retoma:

—Me parece que hoy el Estado asumió esa responsabilidad, pero es la Justicia la que tiene que ejecutarla. Hay que aplicar la ley.

—¿Te ves a vos misma como una mujer de mucho coraje?

—Yo tengo la suerte de tener un grupo humano que me da ese coraje.
—Más allá de la militancia, ¿cómo es tu vida?

—La verdad es que la militancia ocupa casi toda mi vida pero también hay otras cosas que me gustan. Tengo muchos amigos, hace poco me recibí de abogada. Me gusta mucho bailar

–Vicky vuelve a ser joven–. ¿Sabés? Había dejado la carrera y hace dos meses la terminé.

—¿Estás en pareja?

Ahora, Vicky muy, muy joven:

—Tengo novio. Hace ya un tiempo…un tiempito… Por ahora no me planteo tener una familia, tener hijos. Puede ser que sea por todo lo que me pasó. Todavía me quedan por resolver algunas cosas. Tengo poco tiempo libre pero los sábados, cuando no tengo ninguna actividad, me gusta ir al comedor en Dock Sur porque en ese lugar yo empecé a militar, tengo muchos amigos. Gente a la cual quiero. Salgo mucho con mis amigos. Te dije que me gusta bailar. Bailo todo. Lo que se te ocurra. Salvo tango: tengo que aprender. Me gusta escuchar música. Ir a los recitales. Soy reamiguera. Me gusta salir de noche.

Y cuando la escuchamos reír, pensamos, como siempre, que haber intentado torcer el destino de un niño que pertenece a sus padres es haber jugado a ser Dios con la soberbia del demonio. Pero Vicky, activa legisladora, piensa ahora en los próximos cuatro años:
—Veo complicado cuatro años más de gobierno para Cristina. Es un gobierno que no tiene una estructura política y nunca tuvo voluntad de construir (desde mi punto de vista) una verdadera alternativa al Partido Justicialista. Porque la estructura política “es” el Partido Justicialista. Entonces, más allá de la figura visible, que es la de Cristina y que algunos puedan decir “es un gobierno progresista”, la verdad es que la cara de ese gobierno progresista en la provincia de Buenos Aires es Scioli. Ayer estuve en Avellaneda visitando Villa Inflamable con Margarita (Stolbizer). Un lugar al que no llega agua potable ni electricidad. Hay allí 1.200 familias en una situación de hacinamiento, en un lugar en el que no podría vivir nadie. Absolutamente inhumano. Es otro mundo. Como ir a otro país. Ahora me voy a Merlo. Allí Otahecé es la cara del kirchnerismo. Allí tenemos a un concejal de Libres del Sur que está preso a pesar de tener fueros. ¿Por qué le armaron una causa? Por ser opositor. Hay tres opositores en el Concejo Deliberante. Los otros están todos con Otahecé. Un tipo que, cuando vos sos opositor, te manda la patota. Nosotros tenemos denuncias de jóvenes de algunos grupos sociales a los que les arrancaron las uñas. Han incendiado iglesias y han hecho denuncias falsas contra curas que trabajan en los barrios. Este es el gobierno progresista en Merlo. Y que no me digan que esto no se pudo cambiar en los últimos ocho años. Ya no creo en eso de la correlación de fuerzas. Para mí más que contradicciones son incoherencias. Por una parte, lo que acabo de contarte y por otra, Ricardo Jaime, presidente del Frente para la Victoria en Córdoba, haciendo acuerdos con De la Sota aunque lo quieran esconder y a Schoklender paseando en su yate. Los funcionarios que le dieron fondos a Schoklender para financiar todo esto tenían la responsabilidad de controlar esa cantidad enorme de dinero. Por ahora no hay ningún funcionario procesado. Tampoco la renovación política viene de la mano del recambio generacional. Creo que la renovación política viene, en cambio, de hacer las cosas diferentes. Hay muchos jóvenes con los que no me identifico. Ni me identifico con la gestion de Massa en el Tigre ni con Ferrareti de Avellaneda. Ferrareti también es joven pero administra igual que su antecesor, Cacho Alvarez. Entonces, ¿qué te puedo decir? Para mí la renovación viene de la mano de tener ideas y, culturalmente, una idea del ejercicio político y del poder muy diferente.

Fuente: Perfil.com