Hoy - Por César Carignano

Lunes 29 de Febrero de 2016 - 10:11 hs

"Reinventarse desde la sinceridad"

La lectura previa invitaba a ilusionarse con un buen espectáculo de fútbol. Los entrenadores, sus ideas, la intransigencia de no aceptar premio menor que los tres puntos al momento de plantear el juego y los intérpretes, de buen pie y absolutamente consustanciados con el libreto a representar.

El enigma pasaba entonces por observar quien prevalecería sobre el oponente, quien arrearía el match para el terreno donde más cómodo se siente, o si el equilibrio, la paridad, la dificultad de someter al rival nos ofrecería un encuentro indescifrable.

Por un lado, el sabalero, intentando adueñarse de la pelota para quitarle vertiginosidad al pleito haciendo eje en la tenencia, buscando generar superioridad por el centro obligando al oponente a descuidar sus bandas para terminar lastimando en ese sector. Y enfrente, una propuesta más dinámica, más vertical. El canalla desarrolló y practica exitosamente, desde algún tiempo ya, un concepto voraz, trepidante, asentado sobre la agilidad de su mediocampo, la movilidad de sus puntas y la extrema velocidad de sus transiciones, lo que lo convierte en un equipo que disfruta del balón, pero que no precisa poseerlo constantemente para tejer sus planes.

Así planteada la escena, las dudas tardaron poco en disiparse: lo que tardó Central en armar su primer ataque con espacio, y convertir su primer gol. Gran gol de Lo Celso, llegando vacío por el segundo palo para conectar el centro preciso de Ruben. Y si bien el guión rojinegro esa sabido, el impacto emocional tan pronto fue letal.

Central cedió pelota y espacio, y se replegó lo suficiente para engatusar al local, cerrando sus líneas en torno al centro del campo para impedir el juego asociado característico del dueño de casa y liberando a Villafañe y Clemente allá, lejos de García. Pero a Colón le costó interpretar el cuadro de situación y en su obstinación por encontrar sociedades por el corazón del paño cayó una y mil veces en la trampa mortal cuyo abanderado era Musto. Y la situación fue una imagen que se repitió a lo largo de todo el primer tiempo: recuperación, contras intempestivas con superioridad numérica y despilfarro de chances claras al por mayor. 

Tal fue la superioridad que jamás pudo el local encontrar una tenencia duradera en campo rival, el match se trasladó definitivamente al ámbito que pretendía el visitante, por obra y gracia de su solidaridad, la de Ruben por ejemplo, para regresar a impedir que Poblete distribuya solo, y de sus electrizantes transiciones capaces de permitirle atacar con más gente de la que defendía en cada ataque. Colón remató por primera vez a la media hora de juego, y desde lejos, mientras Rosario Central contó con ocho claras contras. El palo por palo, el ida y vuelta, exigió un esfuerzo denodado de los hombres de Franco, mucho más preparados para correr con posesión del balón que para hacerlo en la titánica tarea de recuperar constantemente.

Fue corto el resultado en el primer tiempo, y las paradojas futboleras quisieron que cuando el tesón de Bastia y su lógico contagio habían puesto al sabalero un poco más en partido, con dos interesantes remates incluso de Clemente y Ledesma, la visita encuentre en la jerarquía de su capitán el lapidario 2 a 0. Giró muy sólo Ruben, es cierto, pero definió de manera exquisita para que la redonda se incruste en el ángulo superior izquierdo de Broun, al mismo tiempo que una daga mortal lo hacía en el corazón rojinegro.

Y ya nada cambió. El canalla, consciente de la desgastante seguidilla que tiene por delante replegó con criterio, sin perder jamás el orden ni el compañerismo de correr por el de al lado, con una intensidad memorable que marcó, a la postre, la gran diferencia en el desarrollo. Colón recurrió tarde a poner la pelota en los pies de sus laterales, que jugaron libres siempre, por la excelente lectura de Coudet, que prefirió que la manta corta lo destape por allí y no por el centro del campo, donde Colón es inquietante. Y cuando logró desbordar la ausencia de receptores dentro del área contraria desnudó una falta de profundidad preocupante. El tercero llegó para poner un poco más en orden el resultado con las estadísticas, de la mano de un Larrondo cada día más completo y con la autoestima en el punto máximo de su carrera.

Pasó lo que podía pasar, dentro de los escenarios imaginables aconteció el menos esperado por el conjunto local y su parcialidad. No es una tragedia perder con acaso el mejor equipo en la actualidad de nuestro fútbol, pero si es alarmante la falta de reacción ante la adversidad que mostró el cuadro sabalero ayer, y ante Godoy Cruz también. No solo le costó encontrar sociedades para sostener la redonda y descansar en ella, sino que le costó aceptar que el overol es una obligación colectiva en el fútbol moderno.

El crédito está abierto, con los méritos del final de 2015 y el inicio de este campeonato se lo ha ganado, pero es momento de pisar el fobal, echar una mirada retrospectiva hacia el centro de cada uno, sincerarse para hacer una autocrítica constructiva y ponerse de pie cuanto antes.

Fuente: Especial para LT10