Lt 10

Era difícil que Colón empeorara. Imposible, casi. Pues lo ha logrado. Lo hizo este sábado ante Sarmiento, donde ejecutó otro partido lacrimógeno, incapaz como fue de crear una esperanzadora actuación de cara al partido que viene. El Sabalero sigue errático, inofensivo, predecible. Duda y más temprano que tarde se derrumba. De a ratos tiene un buen lejos, como un adolescente bien trajeado. Pero de cerca se le nota el acné, la torpeza, la inseguridad. Su modestia es estremecedora, por eso fue capaz de perder ante los de Junín.

Colón sigue sin encontrar el camino que lo saque de las dudas y lo lleve un ratito a la tranquilidad relativa. Sigue sin ver la puerta de salida del laberinto donde se perdió hace ya tanto tiempo. Y para colmo de males, el discurso de Franco empieza a resultar cansino y sus decisiones en este momento parecen alejadas del sentido común, como preservar futbolistas cuando afrontó una final o hacer debutar a un jugador que no sabe el nombre de sus compañeros, y mucho menos de qué juegan.

Luego de esta inesperada derrota de local ante el modesto “Kiwi”, que acumulaba 12 partidos sin halagos y sacó chapa de guapo en el “Brigadier”, el margen de error de los santafesinos se achicó hasta alcanzar niveles insoportables. Así lo hizo saber el público luego de una nueva decepción. Es que no sólo se perdieron tres valiosos puntos, es mucho más, son kilos de autoestima regalados justo en la previa de un clásico. Otra oportunidad desperdiciada para borrar la barrera de lo ordinario, para recuperar algo de lucidez, y fundamentalmente confianza, esa que desborda afuera entre sus fieles y escasea tanto adentro, el ámbito dónde se dirimen las cuestiones de la pelota.

Con respuestas individuales deficitarias, rebeldía nula y severos llamados de atención en el aporte colectivo, Colón afrontará una semana distinta antes de un partido especial, que como siempre pasa, “no reconoce antecedentes”. Y como esto es fútbol y lo que viene es el clásico, acaso sea este el único recurso al que puede apelar el hincha rojinegro para alentar que este racimo de individualidades que hoy los representan (pocas veces visto en una cancha como equipo), pueda regalarle una gran alegría el domingo 13 cerca de las 19. Parafraseando a un "raza de ley" como Horacio Guaraní, alguien identificado con esta causa dirá hoy: "Mi coloncito querido, ésta te pido nomás..."