Hoy - Por Gustavo Mazzi

Viernes 06 de Febrero de 2015 - 03:28 hs

Merlo no tiene el "final de obra" y cada vez falta menos

 Sentado ante la siempre temible pantalla en blanco, el vacío que se abre ante mi teclado es mayor que nunca en estos últimos días. El futuro "sangre y luto" se presenta desafiante ante las declaraciones del entrenador Sabalero, quien a poco tiempo del inicio del torneo y luego de un receso de dos meses, declaró: “De los jugadores que pedí vino uno solo”. Es una frase que probablemente dejará huella. Una burbuja de ilusión y fantasía acaba de reventar.

Tanto esfuerzo para llegar a Primera no admite descuidos de esta índole, como denuncia el DT. La mística y la desbordante pasión de los Sabaleros no debe servir de burdo maquillaje a la hora de planificar, porque puede volver a costar caro. Apostar otra vez a un juego ramplón consagrado al empuje de la hinchada y a la genialidad de algún “salvador” es quimérico y Colón no está para seguir viviendo cada fin de semana a los sobresaltos.

El fútbol Sabalero debe presentar al cierre de la pretemporada “el final de obra” con el conformismo de su Técnico Constructor, Reinaldo Merlo, y el aval de la dirigencia. Nadie quiere otro naufragio ni volver a ver un equipo más sostenido afuera que dentro de la cancha. Colón está necesitando, según Merlo, jugadores más aptos para sostener la ilusión en la élite del fútbol nacional. Lo dijo con toda su honestidad y crudeza. “Mostaza” les ha hecho ver que en este deporte cuando se apuesta a lo periférico y no a lo fundamental, la realidad suele abofetearte con fiereza y sin miramientos. Ceder todo el protagonismo a la entrega y olvidarse del buen trato que debe darle a ese objeto blanco que rueda sobre el verde, exige una mayor atención que la que se le ha prestado al armado del equipo hasta hoy.

No hay billetera privada y no sobran recursos económicos en una entidad en pleno “salvataje”, por eso hay que agudizar el ingenio para que no todo jugador que llegue sea una “apuesta”. Es oportuno reconocer que no hay caprichos espurios en la CD. Se avanza sin histerias trasnochadas. Con la escueta dignidad del que conoce sus limitaciones. Pero se avecina una temporada muy competitiva en todo aspecto y los tiempos de preparación apremian y preocupan al ex River.

Ahora, el corazón descansa luego de un torneo Nacional B de ritmo emocional prácticamente insostenible e inhumano. En pocos días volverá a latir al ritmo de goles, jugadas, partidos. De los resultados dependerá como siempre su funcionalidad. Todo un pueblo volverá a sentir con una visceralidad extrema sin posibilidad de retorno. El equipo hiperemocional del barrio Centenario siempre tira de pasión para llegar hasta donde no llega su juego. Pero los hinchas no hacen los goles ni los evitan. Colón ya experimentó lo que es vivir bajo la dictadura del miedo cuando se pierden hasta las esperanzas. Llegó la hora de no olvidar aquellos momentos cruciales para no repetir dolorosas experiencias. Por eso es necesario evitar que futbolistas de escaso bagaje vistan esta pesada camiseta y no estén a la altura del convite.

No se trata de sacar el cuchillo, buscar culpables y pasarlos por la piedra. Sí se trata de no caer en los viejos errores de siempre para después no tener que justificar lo injustificable que acababa degenerando en una espiral de destrucción. Si no hay recursos, ingenio, contactos; por mucha ilusión, seriedad o activación que haya… sirve de poco. El rojinegro nos interpela y nos obliga a agudizar la mirada crítica. Mientras tanto el entrenador deberá cumplir su rol sin excusas. Seducir al grupo, construir la cohesión interna, motivar, gestionar los conflictos, resolver el estrés, potenciar la confianza, atender a la individualidad especialmente cuando participan menos en la competición… son aspectos determinantes en la dirección del equipo. El liderazgo efectivo deberá ser imprescindible en Merlo, al margen de los refuerzos que falten.

El fútbol de Colón, lo saben todos, es mucho más que un deporte. En un sentido estricto es un universo que condensa y sublima las necesidades, condiciones y sueños de buena parte de la ciudad. Es una religión, un fenómeno de adoración, una factoría de ídolos y demonios que escriben buena parte de la épica contemporánea. Por tal motivo, no se puede ni debe descuidar como ocurrió con los tristemente célebres personajes de la gestión anterior y que tanto daño le hicieron. El club es de Primera, ojalá que el equipo también. El pasado es un mal sueño que acabo, un incendio que hace dos meses se apagó… aunque a Merlo se le subió la “Mostaza” y ya realizó la primera llamada de emergencia de la temporada 2015.