Hoy - Luego de los dos partidos de Argentina

Domingo 22 de Junio de 2014 - 00:54 hs

"Estamos mal, pero vamos bien", por Gustavo Mazzi

 En un proceso que pocas veces definió los rasgos básicos de su funcionamiento, otra genialidad de Messi fue la que rescató a la selección de un partido incómodo y fatigoso. Recortar el potencial ofensivo en el debut para blindar al equipo con un barniz defensivo, fue uno de los errores adjudicables por toda la grey futbolera nacional al entrenador Alejandro Sabella. Llegaron los cambios de nombre y sistema para que nada cambie. Con el siempre bien ponderado 4-3-3, Argentina fue menos de lo mismo. Tanto potencial en ataque para terminar chocando o tirando "viandazos" inconducentes al área rival, no atesora ningún merito. Por ahora no hay equipo, solo cansinos arrestos individuales que distorsionan cualquier sistema táctico. Un buen equipo es aquel que se despliega con prescindencia del rival o de las circunstancias. No hay atajo más confiable que el protagonismo, ese que tanto nos cuesta construir en la Copa del Mundo de Brasil.

Se vio este sábado una versión raquítica de un conjunto que no brinda confianza en ninguna de sus líneas, más allá de los exagerados análisis de las cuestiones tácticas dispuestas por el titubeante DT. El problema está en el flojo desempeño de varios futbolistas, incapaces de darle un pase importante al compañero o demasiado neutralizados por los marcadores rivales. Cada vez que Irán conseguía quitarle el balón, al mismo tiempo pateaban un hormiguero. Los segundos posteriores a la perdida de la pelota son para Argentina tan insoportables como intrigantes. Un compendio de incomodidades, obstáculos y problemas que aún cuando se trata de rivales “accesibles”, nos provocan una urgencia desmesurada y una especie de Panic attack. El equipo entra en estado de desesperación por unos segundos y todo parece estar librado más a la suerte que a la capacidad de los sensibles intérpretes de nuestro juego. Así las cosas, el primer contragolpe “enemigo” desestabiliza, el segundo asusta y el tercero paraliza. Las buenas intenciones desaparecen según pasan los minutos y las esperanzas se desvanecen en la cancha y en las gradas.

Hemos sustituido el toque rápido y alegre por un pase aburrido y lento. Es como si quisiéramos perder tiempo durante 90 minutos. Es definitivamente control sin eficacia, sin profundidad y el partido se transforma en una indescifrable carrera con obstáculos en un laberinto sin salida. Obtener ganancias en un territorio minado y con un plan que asoma precario, solo es posible con alguna corazonada. Y el único que sabe almacenar y administrar recursos hasta el minuto 90 es Lionel. El geniecillo feroz les demostró que en un pestañeo es capaz de convertir un vaso con agua en un tsunami. La ultrajada ilusión en realidad. Messi es el futbolista argentino de los “poderes especiales”, con la suficiente capacidad para intervenir en los asuntos más complejos, irrumpiendo en el instante cúlmine de la trama con un zurdazo demoledor al mentón de Irán, para mitigar la desazón que nos provoca un equipo que no contagia. Que nos va cerrando las expectativas y nos abre grandes dudas sobre lo que vendrá. Hoy el “10” moderno, el de estos tiempos, el vigente, coronó la historia con el previsible ”final feliz” que todos esperábamos, aunque esta vez, sufriendo mucho más de la cuenta. Y la comedia de selección se transformó en un vulgar drama futbolero.

Ganamos, clasificamos, pero está claro que no mejoramos. En el balance de los 180 minutos de acción, hay hasta aquí mucha preocupación. Cargamos con la obligación de dar un paso intimidante que ahuyente inseguridades. Con el desafío de estar más a la altura de las expectativas. A pesar de todo, el equipo sigue en pie. En la próxima etapa, los rivales ya no concederán más favores a la autoestima albiceleste. Para seguir adelante, Argentina tendrá que valerse de sus propias riquezas individuales y colectivas, porque a medida que avanza la Copa del Mundo, las debilidades ajenas decrecen en la misma proporción al aumento de las dificultades que presentan los adversarios más poderosos. Hoy, “estamos mal pero vamos bien”, como dijo alguna vez el ex presidente riojano… y así nos fue!!! O como decía la nona, "pan para hoy, hambre para mañana".