Permítame contarle Dr Abud desde este sencillo escrito que he faltado a la verdad, hay algo que no me atreví a contarle. Le confieso que no tuve la intención, pero desde el momento en que Ud cometió el sacrilegio de prohibírmela, desde ese bendito instante, yo sentí que era preferible morir de pie antes que vivir el resto de mis días de rodillas sin la radio. Lo engañé Dr y tiene Ud derecho a enfadarse. Confieso mi más terrible y pura adicción por la radio que me parió. Solo le pido que tenga compasión por un tipo que toda su vida respiró el aire de LT10, y que hoy consume el poco oxígeno que ingresa, en calidad de oyente.
Sé muy bien que Ud se devoró los libros de medicina. Se recibió con el mejor promedio, hizo cursos y masters en cardiología por todo el mundo. Su trayectoria es intachable y su prestigio evidente. Pero sabe una cosa estimado Marcelo, Ud me confesó al oído en la Coronaria del San Jerónimo algo que nunca olvidaré. Ud jamás pisó un estudio radio…! entonces sabrá mi buen Dr, que el corazón tiene razones que la razón no entenderá jamás.
Déjeme explicarle las razones ocultas que tiene mi corazón. LT10 es “mi radio”. Es mi casa, mis amigos, mi trabajo, mi lugar… ¿entiende? Ahí crecí, aprendí, me entusiasmé, caminé, tropecé, caí, me levanté. Me formé. Afronté este recorrido de más de 20 años con dedicación y entregué también ahí mi corazón. Es que en la mismísima LT10 conocí a mi compañera que hasta el día de hoy transita a mi lado. Y en lugar de dos, ya somos cinco. ¿Entiende lo que significa LA RADIO con mayúsculas Dr.? Hoy, cada vez más alejado del ruido, cada vez más cerca de ese ”silencio atroz” tan necesario que Ud me encomendó, vivo otra vida, y el poder contarla se lo debo en gran parte a Ud. Pero también “Tordo” sepa, y todos los que con tanta dedicación y profesionalismo me acompañan en esta ardua "batalla" entiendan, que, “incluso en estos tiempos, todos los días tienen un minuto en que cierro los ojos y disfruto echándola de menos”.
La vida fue durante años eso que transcurre entre programa y programa, entre partido y partido, entonces, créame que necesito al menos escucharla un rato, tanto como la medicina que Ud me encomendó para recuperar el ritmo cardíaco. Sepa Ud mi buen Señor que mi rutina no comienza con el desayuno liviano y las caminatas que me indicó. No Dr. Mi día arranca puntualmente a las 6, después del boletín informativo. Y cuando escucho “El Cuarto Poder, el programa periodístico de la radio”, es en ese instante cuando siento que estoy vivo! Es que ese espacio ocupó 10 años felices de los casi 27 que llevo en esta ardorosa profesión. Siento apego y pertenencia por un grupo que me cobijó cuando más lo necesitaba. Me dieron un lugar que intenté cuidar siempre con mucho afecto y gran esfuerzo. En este derrotero que tenemos los periodistas por los medios, pocas veces trabajé con tanta libertad y contención como la que me brindó Guillermo Tepper y su equipo, en todo este tiempo. Sólo debería lamentarme por las horas quitadas al sueño, y mucho más si el día anterior había una transmisión. Pero en este apostolado aprendí que no solo está bueno hacer lo que nos gusta, también es necesario disfrutar lo que hacemos y de la compañía de cada aventura.
Vaya mi respeto y admiración para el Director de esta orquesta llamada “El Cuarto Poder”. Parco, sereno, seguro, pausado, algunas veces algo dormido, pero con una sensibilidad y un oficio que le brota por los poros. Se sienta en el atril a las seis de la mañana y comienza a dictar el tempo de lo que vendrá en materia informativa el resto del día. Fácil de comprobar en mi lugar de “auditor” de medios desde mi lecho de enfermo. El equipo tiene partitura y el “clásico radial” suena tres horas como una sinfonía periodística excelsa, en el bullicio de una ciudad que comienza a despertar. Y yo dispuesto a acompañar con el compromiso de siempre, pero en el más absoluto de los anonimatos, para que no se entere mi implacable Dr.
El maestro Caffaro, madrugador como pocos, aporta el más amplio de los repertorios que alguien pueda acumular tan temprano, para que el Director elija qué, cómo y dónde “comenzar a tocar”. Todos acompañan sin desafinar, y aunque el “solo” de mi amigo Juan Trento suene gutural y estridente en la armoniosa mañana de “La 10”, él acapara la atención con el “tenor” de su trabajada información. Entre tantos caballeros que convergen en el armonioso programa que concita la atención de la heterogénea audiencia desde hace dos décadas, aparece para interactuar con cada uno de ellos la dama del grupo, Victoria Bordas. Siempre desafiante, lejos de amilanarse, se muestra blindada para bancar la parada. El contrapunto necesario del debate. Compinche a la hora de hablar de fútbol, aunque sepa de los gajes de la N° 5 tanto como de recetas de cocina. Tamara Martinet e Ivana Manzano están siempre agazapadas en la trinchera de la producción, preparando la logística diaria del esplendoroso concierto periodístico. Mientras que Moya y Retamar, artesanos del sonido, rehenes de las computadoras, ponen al aire a diario una transmisión acústica sin igual.
“El Cuarto Poder” es un instrumento social al alcance de las manos con un simple “click”. Es vital para informarte. Es opinión, debate, pasión en cada puesta en escena. Es dinámica, espontaneidad, veracidad, respeto por la palabra y por las ideas. Es coincidir y disentir. Alegrarse y enfadarse. Es escuchar y escucharte. Es la radio en estado puro. La que sigue sonando de 6 a 9 como siempre en mi vieja Spica, en la portatil, el añejo combinado, pero también lo hace hoy en la PC. La radio es y será la fidelidad de aquellos verdaderos fundamentalistas del transistor, que siempre le dieron vida al dial y se lo seguirán dando. ¿Entiende Marcelo?
Aquí en Santa Fe, y hacia todos los rincones del país; invicta, invencible y más viva que nunca está “ella”, para contar noticias, goles, vidas y milagros. Mientras la imagen del 20 pulgadas sigue pensando cómo se las ingenia cada día para satisfacer todas las necesidades; aggiornada a los tiempos modernos, LT10 nos espera en AM 1020, o por internet, para seguir disfrutando de su legendario acompañamiento. Y en este nuevo “ecosistema” se erige un programa que acumula más de 20 años de vigencia. Ese que de lunes a viernes rompe las barreras geográficas y se vuelve omnipresente. Está siempre ahí, para verlo todo, para contarlo todo, y volver a demostrar que contra la imaginación del teatro de los sonidos de la mente, no hay rivales posibles. En el campeonato eterno, el de nuestras costumbres y los usos; la radio, mi radio, LT10 siempre estoica y el “Cuarto Poder”, ganan por afano. Alguna vez volveré a recordar que fui parte de un prestigioso programa radial, pero por sobre todas las cosas contaré, que ahí realmente fui feliz. Gracias totales y hasta… cada mañana a las 6, momento en el que me reencuentro con cada uno de mis queridos amigos en mi nuevo rol de oyente incondicional, y con un poco del que fui hasta el 18 de octubre de 2013. “Incluso en estos tiempos, de aprender a vivir sin esperarte, todos los días tengo recaídas y aunque quiera olvidar no se me olvida, que no puedo olvidarte…” mi querida LT10.
LT10 - De radio somos
Miércoles 18 de Junio de 2014 - 04:12 hs