La utopía impulsa los primeros pasos, pero el camino va marcando la realidad. Y la realidad indica que en Unión esas utopías se debilitan con el correr de los partidos, y más aún, si se aproxima el final de la temporada. Es que el equipo de Madelón parece haber sentido el mazazo de las derrotas con Brown y Boca Unidos, y a partir de allí perdió frescura en su juego y fortaleza en su carácter. El conjunto de Trullet le clavó el viernes una estaca filosa entre las costillas y sienten que les chorrea la desolación por las venas y se les enfrían las tripas con el dolor sucio de la humillación y la vergüenza por el letal 3 a 0. Empieza a sentir que se le desinflan los argumentos y se le enturbia la lógica. El Tate se desvencijó, se desarmó, se descontroló y afloraron todas sus limitaciones y carencias. Jugadores apáticos, cansinos, displicentes… hasta sin alma y sin coraje, justo cuando más se necesitaba. Cada uno es dueño de ubicar todos estos defectos en el lugar y en la dimensión que desee, pero la particularidad de cada analista no deberá obviar la presencia de todos ellos. Probablemente cada lector tiene su fórmula: poner a uno sacar a otro, comenzar ya la depuración y no esperar más, echar al DT, que se vaya Spahn. Ninguna resuelve nada por sí sola. Sólo sirven para hacer catarsis entre amigos y foristas. Tienen valor terapéutico y punto.
Es muy cierto que entre los goles inesperados de los de Adrogué, más la paliza impiadosa de los correntinos; sumado a la tempranera eliminación de la Copa Argentina; Unión quedó abatido y casi de rodillas por la magnitud de las caídas sufridas. Perdió a precio de oferta por cierre de temporada y quedó vacío. Casi sin chances de nada. Fueron tres golpes consecutivos tremendos que lo hicieron temblar. El Tate hoy huele a sangre y desde el rincón están a punto de tirarle la toalla. Lo que era un sueño hasta hace algunos días, se está transformando en una pesadilla. Los santafesinos nadaron con buenos números una parte importante del río, pero corre riesgos de ahogarse cerca de la orilla.
En medio de la gran paridad y de una indisimulable mediocridad entre todos los equipos que luchan por un lugar en el podio, la irregularidad inesperada de este tramo dejó a los Tatengues al costado del camino a pocos metros del final. Por esta razón, los análisis y comentarios serán más cuerdos y sensatos a medida que pasen los días después de la tempestad, ya que hoy la furia de los hinchas dispara los cañones en todas las direcciones buscando alocadamente a los culpables . El revuelo lógico que irrumpe después de un pésimo partido queda apaciguado con el paso de las horas. Hoy es mejor el silencio y la resignación ante lo que resulta inmodificable. Siempre ha sido tarea intricada el equilibrio entra razón y emoción. Y siempre lo será. Y aún más cuando se ama a un equipo que decepcionó a más no poder en los últimos diez días, dejando una sensación de frustración a diestra y siniestra.
Hay una amarga y sufrida desesperación ante lo inevitable. El rendimiento del equipo cayó ostensiblemente para quedarse con las ganas de ser algo más que una ilusión… esa que el hincha acunó hasta en los peores momentos. Pero el tiempo no para y el final se aproxima.
En Unión hay historia, pasión, amor y una tradición que se transfiere de generación en generación. Nada está regulado por las leyes corrientes del mercado. Justamente por esas razones de fidelidad e identidad, es que la demanda no merma a pesar de las derrotas o de seguir en segunda división. El dolor por el descenso o la falta de protagonismo en la B, espanta a cualquiera, pero no a ellos, que redoblaron la apuesta sin reparos y hasta en la crisis siguen edificando el sueño de la “casa grande”. La segunda categoría le queda chica a su gente, pero no al equipo, que sólo anduvo de rachas con intenciones pero sin concreciones. El valor de la pertenencia y el orgullo de sus fieles fueron los mejores refuerzos para la temporada, pero los partidos se ganan en la cancha y ahí, salvo Palacios y Bertocchi, fallaron Zapata, Salinas, Sava, Madelón, la CD y el resto. Con mayor o menor responsabilidad, todos fallaron un poco. Ahora no se puede volver a elucubrar cuántos puntos hay que sacar para ascender y cuanto deben perder los otros seis equipos que pelean con Unión. Es un ejercicio matemático sin sentido y que nunca dio resultado cuando la “guillotina” está por caer. Sólo sirve para estirar la agonía y llenar espacios.
Está claro que la remuneración en esta temporada no fue acorde al esfuerzo del hincha. Este plantel está en deuda con su gente, porque el compromiso de los anónimos fue desmedido y el de los profesionales escaso. Los de afuera transpiraron más que muchos adentro. Unos se irán mañana, otros vendrá luego, pero ellos estarán siempre, sin importar que la mochila se vuelva a cargar de frustraciones y livianas excusas. Ellos van a sobrevivir a todo y a todos. Volverán con la esperanza renovada y con nuevos y mayores sacrificios para “aguantar los trapos”. Regresarán aferrados a antiguas hazañas y grandes proezas en rojo y blanco. Las decepciones jamás atentarán contra la autoestima de un pueblo que es de Primera, que llena la cancha y hasta la construye también, más allá de la categoría de sus jugadores, entrenadores y dirigentes. Mientras algunos se empeñan en avergonzar sus expectativas futuras, muchos ya comenzaron a gastar sus ahorros incalculables de ilusión en el torneo que vendrá y que promete ascensos al por mayor, aún cuando a este le falta el final… porque así es el fútbol, como así también es esta realidad inflexible de amores y odios en el “Mundo Unión”.
El campeonato sigue repleto de incertidumbre y ya se anuncian los capítulos finales. Lamentablemente, el Tate quedó gravemente herido y "desaparecido en acción", mientras los sueños se transformaron en pesadillas. No pudo desactivar la bomba a tiempo cuando a la cuenta regresiva sólo le quedaban seis segundos. El cierre de este torneo “pochoclero” está abierto, auque los Tatengues perdieron protagonismo, y se quedaron con las ganas de ser algo más que aquella ilusión.
Hoy - Por Gustavo Mazzi
Sábado 10 de Mayo de 2014 - 16:59 hs