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Una década sin Sandra y sin respuestas. A diez años del crimen de Cabrera, la Asociación de Meretrices de Rosario (Ammar) recuerda a la militante que luchó y murió por los derechos de sus compañeras. Desde la organización, consideran que en estos últimos años creció la violencia en las calles. Como cada 27 de enero, se realizarán dos actos en la ciudad, uno a las 19 en la Terminal de Omnibus Mariano Moreno –cerca de donde fue hallado el cuerpo sin vida de la trabajadora sexual– y otro en ATE donde Sandra tenía su oficina de Ammar.

Según publicó Rosario12, meretrices de todo el país viajarán a Rosario para recordar a una de las fundadoras de la Asociación. “Quizás alguna vez podamos gozar de los derechos humanos como el resto de la población, y ese día con una mezcla de tristeza y alegría diremos que la muerte de Sandra no fue en vano”, enfatizaron las mujeres de la Asociación que reclaman justicia por el asesinato de Cabrera y ayuda para su hija Macarena, de 18 años.

En tanto la fundadora de Ammar a nivel nacional, Elena Reynaga, consideró que pasaron “diez años de impunidad, en los que la situación no cambió para nada; y en Rosario, incluso, empeoró”.

“La ciudad está como incendiada, porque no mermaron ni la corrupción ni la impunidad, de hecho crecieron, porque hoy no solo van contra las compañeras sino también contra los jóvenes, donde está presente el tema de la droga y la inseguridad. Es caótico”, añadió y admitió que es muy difícil organizarse, sobre todo, después de la muerte de Sandra.

“Hay que tener los ovarios suficientes para dar la cara con tanto estigma que hay hacia nuestro sector”, ponderó y criticó que la Legislatura esté “más preocupada en cerrar prostíbulos que en ir a fondo con cuestiones que urgen mucho más a la sociedad”.

A su entender, en Rosario, las trabajadoras se sienten “acorraladas” porque si intentan abrirse de los prostíbulos –para salir del proxenetismo y combatir la trata–, y comenzar una cooperativa, las acusan de proxenetas; entonces muchas optan por volver a un prostíbulo donde “trabajar seguras”.

El problema –se explayó Reynaga– es que solo una de las mujeres firma el contrato de alquiler para la cooperativa y entonces esa trabajadora aparece como la regente del lugar cuando en realidad el negocio es autogestionado entre todas.

“Descreen de que hay compañeras que son cooperativistas, y en lugar de llamar a Ammar para ver un plan de acción, dejan a las compañeras sin fuente laboral, y el 96 por ciento sin madres y son jefas de hogar –se quejó– El problema del prohibir es que las compañeras terminan emigrando a otras provincias, y volviendo a los prostíbulos donde les venden protección, porque sabemos que estos tipos acuerdan para ello”.