La rambla de Punta Carretas se convirtió el sábado por la noche en el epicentro del pop rioplatense. Allí, Lali Espósito desplegó un show vibrante como parte de la gira de su último disco “No vayas a atender cuando el demonio llama” y ratificó por qué es una de las artistas más convocantes de la región. Sin embargo, lo que comenzó como un recital multitudinario se transformó pronto en una velada histórica gracias a una aparición inesperada.
Con una puesta en escena llena de luces, coreografías, cambios de vestuario y un ritmo que no decayó, Lali embaló al público desde el arranque. El ambiente era de fiesta total cuando, a mitad del espectáculo, lanzó un anticipo que desató la expectativa: “Siempre quise cantar esta canción… ¿están listos para la sorpresa?”, dijo ante miles de fanáticos.
La sorpresa no tardó en desatar la ovación. Desde atrás del escenario emergió Natalia Oreiro, vestida de rojo y con una energía arrolladora, para entonar las primeras notas de “Cambio Dolor”. El clásico noventoso, profundamente instalado en la memoria colectiva rioplatense, hizo estallar al público en aplausos y gritos. Lali, con botas negras y brillos en su atuendo, la recibió entre risas, abrazo y emoción.
El momento marcó un puente generacional. Las artistas unieron estilos, épocas y fanáticos en un mismo canto. Después de ese primer impacto, interpretaron juntas “Tu Veneno”, bailaron, celebraron y consolidaron una química que se sintió en toda la rambla.
El final coronó la noche con una escena que se hizo viral en minutos: un beso entre Lali y Oreiro que desató euforia, memes, lágrimas y una explosión de reacciones en redes sociales. Para muchos, fue el sello perfecto de una jornada que combinó música, sorpresas y un nivel de conexión pocas veces visto.
Para quienes estuvieron presentes —y también para quienes siguieron el evento desde lejos— la noche quedó grabada como uno de esos momentos que trascienden el show. Un encuentro único entre dos grandes figuras del Río de la Plata, donde la emoción fue protagonista y la música el puente que unió generaciones, estilos y trayectorias en un mismo escenario.