El armado del árbol de Navidad cada 8 de diciembre es uno de los rituales más arraigados en los hogares argentinos. Aunque muchos lo hacen por costumbre, la elección de esta fecha tiene un trasfondo religioso y cultural que se consolidó a lo largo de generaciones y que hoy funciona como el verdadero puntapié inicial de las Fiestas.
La razón principal se remonta a la celebración católica de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, fecha establecida en 1854 por el papa Pío IX. La jornada recuerda el dogma que indica que María fue concebida sin pecado original, y se convirtió con el tiempo en un momento clave para iniciar la preparación espiritual previa a la Navidad. En la Argentina, además, es un feriado nacional inamovible, lo que permitió que el armado del arbolito se transformara en un rito familiar compartido.
A nivel cultural, escuelas, municipios y hogares reproducen esta tradición sin una normativa específica. Se trata de un hábito heredado que combina la memoria afectiva, la transmisión generacional y la influencia de inmigrantes europeos —en especial alemanes y centroeuropeos— que trajeron la costumbre del árbol decorado durante el invierno.
Aunque la práctica se consolidó dentro del cristianismo, el origen del árbol es anterior: proviene de rituales paganos de pueblos nórdicos y celtas que decoraban árboles en el solsticio de invierno como símbolo de vida y renovación. Esta tradición fue luego adaptada por el cristianismo, especialmente tras la acción de San Bonifacio, quien en el siglo VIII reemplazó un árbol pagano por un abeto decorado con manzanas (pecado original) y velas (luz de Cristo). Con el tiempo, esos elementos evolucionaron hacia las luces, esferas y adornos actuales.
El 8 de diciembre, entonces, quedó asociado no solo a la devoción mariana, sino al inicio visible del clima navideño**, un gesto que combina** espiritualidad, encuentro familiar y la organización del hogar para recibir la Navidad. Para miles de familias, es el día que habilita la decoración, la colocación del pesebre y la apertura emocional de una época que moviliza recuerdos y tradiciones.
El significado simbólico del árbol de Navidad
El árbol navideño reúne elementos que representan valores y creencias compartidas en distintas culturas:
● El árbol (pino o abeto)
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Vida y renovación: su condición de árbol perenne simboliza continuidad, eternidad y esperanza.
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Conexión con la naturaleza: evoca la tradición nórdica del árbol de la vida o Yggdrasil.
● Las luces
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Luz de Cristo en la tradición cristiana.
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Guía en la oscuridad para culturas antiguas que celebraban el renacimiento del sol.
● Las esferas
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Derivan de las antiguas manzanas de San Bonifacio.
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Representan dones, virtudes y buenos deseos para el año siguiente.
● La estrella en la punta
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Símbolo de la estrella de Belén, que guió a los Reyes Magos hacia el nacimiento de Jesús.
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Además, encarna la esperanza y los nuevos comienzos.
● Las guirnaldas
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Señalan la unidad y la continuidad, como un abrazo simbólico alrededor del árbol.
● El armado en familia
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Refuerza la unión familiar, la construcción de recuerdos compartidos y el vínculo emocional con la época festiva.