Lo que debía ser una verdadera celebración del fútbol formativo terminó con un episodio que avergüenza. Este fin de semana, en el tradicional Torneo Infantil Valesanito —que reúne a miles de chicos de distintos puntos de Sudamérica en San Jerónimo Norte— se registró una violenta pelea entre adultos que empañó el espíritu del evento.
De acuerdo con versiones provenientes de personas que presenciaron el hecho y miembros de delegaciones participantes, un grupo de padres vinculados a Colón de Santa Fe y Racing Club se enfrentó en la zona de camping del Club Atlético Libertad. Hubo golpes de puño e incluso se habría utilizado palos durante la agresión, lo que generó escenas de tensión frente a familias, entrenadores y dirigentes.
Con más de 5.000 niños disfrutando de una experiencia deportiva pensada para estimular valores como la convivencia y el respeto, la irrupción de la violencia provocó indignación absoluta entre quienes organizan y acompañan hace décadas la competencia. Si bien desde la organización evitaron profundizar públicamente sobre lo ocurrido, calificaron el hecho como “aislado” y reafirmaron el carácter formativo que distingue al torneo a nivel regional.
El Valesanito, con prestigio ganado a lo largo de los años por su capacidad de integración y desarrollo deportivo, quedó involuntariamente asociado a una postal que nada tiene que ver con su esencia. Una vez más, los protagonistas fueron los más grandes, pero no por lo que deberían ser recordados.
El contraste fue tan claro como doloroso: mientras dentro de la cancha los chicos jugaban, aprendían y compartían, afuera algunos de los adultos que los acompañaban mostraron una conducta ajena a cualquier código deportivo y humano.
El episodio deja al descubierto una problemática recurrente en el deporte infantil: cuando los mayores pierden de vista que los verdaderos protagonistas son los niños, el resultado es el peor ejemplo posible. Reflexionar y actuar en consecuencia no es opcional, es urgente.
Porque si se habla de formación, el compromiso tiene que empezar por quienes están fuera del campo de juego.