Si una imagen puede representar la relación entre Miguel Ángel Russo y Juan Román Riquelme, sin dudas es la última foto que se tomaron juntos en el predio de Boca, que fue publicada el 23 de septiembre pasado, en la que se los ve abrazados, sonrientes, fundidos en un gesto que resume afecto y admiración mutua.
Se conocieron en 2007, durante el primer ciclo de Russo en el club, y desde entonces se prometieron una lealtad inquebrantable. Riquelme fue la figura estelar de aquel equipo que conquistó la Copa Libertadores, brillando y haciendo brillar a sus compañeros para darle al conjunto azul y oro su sexta estrella continental. Más allá del nivel superlativo del Diez, el entrenador fue el artífice de un equipo que jugaba de memoria y se sentó en la mesa de las glorias, junto a Carlos Bianchi y Toto Lorenzo, los otros técnicos que habían levantado la Libertadores con Boca.
“Es el logro más importante. Es algo que todos desean y muy pocos consiguen”, declaró Russo tras aquella conquista. Ya sin Román, que había regresado a Villarreal, Boca cayó ante el Milan en la final del Mundial de Clubes de ese mismo año y Miguel fue despedido del club. Aquella fue la herida que Riquelme intentó reparar tiempo después, cuando regresó a la institución, primero como vicepresidente y luego como presidente: Russo fue el primer técnico que eligió, allá por diciembre de 2019, y el equipo volvió a gritar campeón en la Superliga 2019/20, que se la ganó a River con él en el banco.
Esa elección de Riquelme, pese a que Russo afrontaba un cáncer desde 2017, marcó dos cosas: la fidelidad hacia uno de los entrenadores más queridos de su carrera y la confianza en un técnico que nunca se salió del molde, capaz de calmar las aguas con sus frases ya clásicas: “Boca es Boca”; “Esto es así”; “Son momentos”; “Son decisiones”. En enero de 2021 sumó otra vuelta olímpica, al ganar la Copa Maradona frente a Banfield, en un contexto en el que el equipo estaba lejos del nivel esperado.
En agosto de 2021, tras una racha negativa, el Consejo de Fútbol y Riquelme decidieron despedirlo. Fue días después de eliminar a River en los octavos de final de la Copa Argentina tras empatar por 1-1 en los noventa minutos. “Sé que jugamos mal, pero estoy en una etapa en la que me vibra el corazón y no el celular, y eso es clave”, dijo Russo, visiblemente emocionado