Dos meses han pasado del último partido del Sabalero por competiciones oficiales y tan solo horas lo separan del inicio de un nuevo camino. En medio de ambos puntos han sucedido muchas cosas, pero pocas de ellas son causales de tristeza o de frustración. Es más, las sensaciones, esas que se transmiten en esta época y que nos permiten medir lo ocurrido en una pretemporada, son más bien positivas.
Se han suscitado partidas dolorosas: la de Jorge Broun, la de Gerónimo Poblete o la de Iván Torres, por citar algunas. Bajas sensibles por el simple y valioso detalle de que han jugado regularmente poniendo de manifiesto su importancia dentro del equipo, según la óptica de la gente y del entrenador.
Pero tan cierto como esto es que los refuerzos han llegado en cantidad, a tiempo y con pergaminos que para este grupo generan sentimientos de tranquilidad y de optimismo.
Domínguez fue capaz de adaptarse al grupo que heredó y de modificar su idea principal aceptando que el arte de la conducción implica ceder muchas veces. Pero no es sus convicciones, sino en sus formas. Esto fue tan determinante como el acierto con los refuerzos del verano y como el acercamiento de varios a su mejor versión en algunos tramos del campeonato.
Pero comparar este Colón con aquel suena ingrato. Primero, porque la injerencia del entrenador en el armado ahora es plena, más allá de que las incorporaciones sean consensuadas con la dirigencia por el lógico hecho de que el proyecto es de ambas partes. Segundo, porque las características elegidas son diferentes a las de los que se han marchado, en muchos casos. Y tercero, porque la realidad y las aspiraciones son decididamente diferentes aunque nadie deberá equivocar el camino que distingue a la gestión del actual conductor: la sensatez.
Este nuevo conjunto deberá mantener la identidad actitudinal que ha tenido aunque en términos futbolísticos tendrá la impronta de las incorporaciones con sus virtuosismos a cuestas. Virtuosismos, que deberá administrar el entrenador y el mismo grupo para que no se instalen por encima del objetivo colectivo. Si Colón ha sido eficiente, es porque ha entendido que sin la colaboración de todos no hubiese sido posible esta realidad.
Una realidad que permite observar en el horizonte un escenario internacional pero que no deberá jamás opacar el sentido común: en los próximos 16 meses 8 equipos descenderán. Hoy no hay fantasmas y es mérito de lo hecho en la anterior temporada, pero entender que casi un tercio de los actuales clubes descenderán en tan corto período bastará para comprender que la construcción debe ser cotidiana y que para disfrutar de aquel premio que llegará el año próximo habrá que tejer la contención suficiente como para disfrutarlo con una sólida realidad.
Los detalles les han dado muchos puntos al rojinegro. Y esos mismos detalles han hecho de este Sabalero una opción de mercado interesante para jugadores que quizá hace un año no hubiesen considerado como alternativa al conjunto del barrio centenario. Ese es un gran triunfo, pero no hay tiempo para reposar mirando hacia atrás ni hacia adelante. Es momento de ratificar mucho, de modificar otro tanto, y de seguir construyendo presente, para que el futuro no lo encuentre temeroso.
Y los objetivos… los objetivos se irán adaptando a lo que este plantel genere desde el campo, más allá de que en la previa lo que genere sea sensaciones optimistas.