Probablemente los menos responsables de este duro golpe al deporte más popular del país sean los jugadores, pero siento que no es más que la justicia que tanta desidia estaba reclamando.
Tanta improvisación, desorganización y tanta indolencia no podían tener otro final más que la humillación de un discreto adversario. Argentina fue un compendio de incomodidades, obstáculos y problemas, que aún cuando se trató de enfrentar a rivales “accesibles”, nos provocaron una urgencia desmesurada y una especie de Panic attack que nos costó la tempranera eliminación.
La Selección (o más bien rejunte) nunca fue equipo. Apenas fue un puñado de voluntades, en algunos casos con poca solidaridad y exacerbado vedetismo de algunos purretes "llenos de nada". Y pasó que el primer golpe le provocó una prematura inestabilidad que lo dejó en estado de desesperación y todo pareció estar librado más a la suerte, que a la capacidad de los sensibles intérpretes del juego.
Así las cosas, en el duelo decisivo por un lugar en la siguiente ronda, el primer contragolpe “enemigo” desestabilizó, el segundo asustó y el tercero paralizó. En consecuencia, fue imposible soñar en grande con tan pocos argumentos y escasa puntería.
La falta de seriedad y de respeto a los Juegos Olímpicos, a los colores y a la misma gente, se pagó con un triste empate ante el modesto elenco hondureño, que nos dejó afuera de Río 2016.
El paso por Brasil fue de principio a fin una vergüenza, Y otra vez la comedia de selección se transformó en un vulgar drama futbolero, en consonancia con la impresentable AFA que lo "cuida". Esta vez, los Juegos Olímpicos 2016 hicieron justicia por mano propia!