Cultura - Cine

Miércoles 13 de Abril de 2016 - 17:02 hs

"Koblic", la nueva y oscura película de Darín y Martínez

El director reunió a ambos actores en un thriller que transcurre durante la dictadura militar.

Actualizado: Miércoles 13 de Abril de 2016 - 17:03 hs

Ricardo Darín sufre históricamente de bradicardia. Algo así como un ritmo cardíaco más lento. Pero en San Antonio de Areco, el golpeteo del corazón se le acelera. Tiene que pilotear avionetas y cuidarse de alguna culebra que trajo la inundación. Por la tierra de Ricardo Güiraldes (Don Segundo Sombra) pasó dramáticamente el agua, pero Sebastián Borensztein puso algo de alegría con el rodaje de Kóblic, un potente thriller.

Ruta 8, un desvío, y a clavar suelas en el fango para llegar hasta Darín y Oscar Martínez. Un hangar, una avioneta y un paisano que avisa que no hay altocúmulos a la vista, ni nimbostratos (nubes que predicen la llegada de la lluvia). El rodaje ya no peligra. A 113 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, “Richard” anduvo rescatando perros del agua. “Los amigos no se compran”, dice la campaña de adopción perruna a la que le pone el cuerpo, así que en estos pagos se lo ve a Darín fuera del set rindiendo devoción a los canes. Después de haber llorado por la muerte de Troilo (el animal de la película Truman), ahora entabla relación con Efraín, un perro actor que corre a la velocidad de Usain Bolt o de Carl Lewis.

Para Martínez, en cambio, el tema canino tiene que ver estrictamente con sus dientes. Doble dentadura. Incrustaciones de utilería que lo tienen con las encías inflamadas. Todo sea por ser otro. Una rica transformación que lo encuentra como un rústico comisario de pueblo: “El director tuvo la idea de que éste fuera un tipo pelado, con un peluquín espantoso. Después trabajamos la voz. Luego la boca, que es muy expresiva, y pensamos en una prótesis dental que modifica y rompe con mi imagen”, cuenta.

Mate cocido, triangulitos de hojaldre, un cielo combinado con los ojos de Darín y un Ricardo anti-estrella, conversador, como quien no tuviera cincuenta películas a cuestas. “¿Sabías que hay actores que por contrato piden que no se los mire a los ojos? ¿Podés creer? Leí una nota a Robert De Niro, en la que él decía que cuando uno llega a un set, está como parado frente a un abismo. Y es así para mí. Uno no sabe cómo se van a conjugar las cosas. Siempre es una página en blanco. Depende de tantas cosas que logres una buena actuación: depende de lo que pongamos, de lo atentos que estemos, pero también de cómo te hayas levantado ese día, del enfoque que un otro quiere darle a la historia”.

Hay un Renault 4 impecable entre los aviones. Hay un viaje en el tiempo. Y no hay más nada que camo. Nos remontamos a 1977. Algo indica que el horror de los vuelos de la muerte y los cuerpos lanzados al mar rondarán la historia. Kóblic es un apellido. Y San Antonio de Areco fue rebautizado para el filme como Colonia Elena. “Hablamos de un lugar que no existe en el mapa, dominado por un comisario. Esta es la historia de un capitán de la Armada que huye de sus propios camaradas. Kóblic es un personaje del cine negro en una película de género. Un tipo que rehuye de cumplir órdenes que están más allá de los límites morales y personales, entonces, se tiene que escapar y pasa al bando de los traidores”, explica Borensztein, que dirigió a Darín en Un cuento chino.

“En un país sin ley, Koblic impondrá la suya”, es el lema que se lee en los afiches de promoción. Siete semanas de filmación en la provincia de Buenos Aires y un cierre en Madrid. Participa, también, la española Inma Cuesta.

 

¿Darín es el bueno o el villano esta vez? “No es necesariamente bueno, pero muestra algún rasgo de humanidad donde nadie parece tenerla”, agrega el director. “Aunque suene raro, ésta es casi una película de aventuras”, juzga Darín. “Un piloto de la Marina, un capitán a punto de retirarse se ve empujado a vivir una situación que creía que no iba a vivir. En este pueblo busca refugio y ahí la historia se va para otro lado. Esta no es una película estrictamente sobre la dictadura”.

A más de un año del estreno de Relatos salvajes, los protagonistas comparten un set de filmación que le agrega horas a una relación que se consolidó con la obra Art, a fines de los noventa. “Tanto a él como a Germán Palacios y a mí nos marcó ese hito. Incluso llegamos a convivir en el exterior, en gira por España. Ricardo es la persona más divertida que he conocido”, sentencia Martínez. Cuando se prenden las cámaras son enemigos: “Compongo a un rudo. A un autoritario que maneja el pequeño pueblo. Absolutamente inescrupuloso, corrupto, dueño de un prostíbulo-whiskería. Mi personaje trabajó en combinación con un coronel de Ejército y la llegada de este forastero lo inquieta”.

Hora del almuerzo. Guiso de lentejas para todos. Una carpa blanca que funciona como comedor, la votación de los “Premios Koblic” que inventaron los técnicos y un posible nuevo galardón para Darín: se anima a un karaoke y más que el “Kóblic” de oro a mejor canto, sus compañeros quieren entregarle el “Kóklic de Platino” a la diversión.

 

La gacetilla de prensa del filme habla del “actor más influyente de Hispanoamérica” y ahí lo vemos, sosteniendo una botella como micrófono, abrazado a medio San Antonio de Areco. “Qué incomodidad”, se ríe Darín. “Es algo inflado lo de la gacetilla. Yo entiendo las necesidades de difusión, de agrandar un poco las cosas. Pero eso no tiene que ver conmigo. Sería una mochila si yo me lo creyera y caminara pensando que soy el actor más influyente hispanoparlante”, juega a cambiar el tono para intentar un castellano neutro. Borensztein suma: “Uno elige con la gente con la que le gusta trabajar. Con él la paso bien. No puedo trabajar con un actor con quien no puedo convivir. No sería negocio”.

Tormenta prolongada días atrás. Caminos anegados. Desesperación. Como no pudo con el enemigo, Borensztein se alió: “Sacamos el rodaje adelante. No se puede luchar contra la naturaleza. Forma parte de la vida, así que si llueve, lo incorporamos a la historia”, se despide con las patas en el barro. Darín, que tiene tiempo para actuar y hacer reír al elenco, cierra la jornada con algo de filosofía: “La vida es una mezcla entre lo que podés hacer, lo que querés hacer y lo que debés hacer. Así que de todo eso, algo saldrá. ¿No?

Fuente: Clarín