Hoy - Marcos René Maidana

Lunes 10 de Marzo de 2014 - 11:12 hs

"La paz de entrenar en Calchaquí no la cambio por nada"

El púgil santafesino se entrena trabaja en el norte de la provincia con la mente puesta en la pelea con Floyd Mayweather jr, su extraordinario rival del 3 de mayo próximo en la ciudad de Las Vegas. "No necesito lujo, acá estoy bien”, advirtió.

 Hubo que llegar hasta el norte de Santa Fe para comprobar que todo lo que cuentan no es puro cuento. Se entrena donde no hay puertas para abrir. Ni gimnasio para fotografiar. Es más, a unos 100 metros nomás se ven vacas pastando. Atiende a todos sin intermediarios. Y toma mate con la prensa antes de empezar a moverse con el profe Doldán. No le vengan con agua mineral y bebidas con electrolitos para reponer sales. Marcos Maidana es la humildad con nombre y apellido. Es el antónimo de Floyd Mayweather jr, su extraordinario rival del 3 de mayo en Las Vegas.
“Esta paz que me da entrenar en Calchaquí no la cambio por nada”, dice, con un gotero que deja caer medidas palabras. En realidad, Maidana tiene la cabeza en el nacimiento de su hija Emilia. Espera que su mujer Mariana dé a luz antes del 15 para viajar a Estados Unidos y prepararse a fondo allá. Mientras, le pidió prestada la estancia a su amigo Rossini. Y no tuvo mejor idea que montar un gimnasio en el hangar. Una bolsa. Unas planchuelas en el suelo. Un par de guantes. Y tres o cuatro pesas. Con eso se arregla. “Acá arranqué a moverme para muchas peleas; no necesito lujo, estoy bien”. Es un gaucho, más argentino que el Martín Fierro.
Es una tarde apacible en Calchaquí, a unos 10 kilómetros al norte de Margarita, su pueblo natal, y la siesta es el rito sagrado. Para todos. Salvo para las avispas, que parecen helicópteros de guerra. Antes de las sesiones de fotos con la obra de Matías Danna, un artista que pinta boxeadores con pintura asfáltica que le acercó Clarín, Maidana asegura: “No creo que me haya venido todo junto y por eso nunca me confundió la fama. Me confundo sólo cuando tomo de más, ja, ja. Hablando en serio, lo mío fue con altibajos: subía, bajaba y ahora subí”. Y agrega: “Yo creo que lo puedo tirar a Mayweather. Yo me voy a animar y si tengo que quedar colgado varias veces no me importa. Voy a hacer mi pelea. No la pelea para el público”.
-¿Pensabas que llegarías a esto?
-Lo soñaba, pero la verdad es que yo tampoco nunca supe que iba a llegar a ser campeón. No es que no me tenía fe. Pero era como que no me daba cuenta de mi potencial, no sabía que era tan bueno. Después las cosas se fueron dando. Y al fin, contra Broner, me consagré.
-¿Y eras peleador de pibe?
-Peleé en la escuela y en los bailes, que sé yo; pegaba fuerte nomás, arrebataba. Si me molestaban tenía que sacar la mano a pasear .
-Esas peleas sí que eran bravas.
-Hice 20 peleas en Vera, Tostado, Calchaquí. Después no se hicieron más festivales. Eran peleas buenas. Yo tenía 16 y peleaba con tipos de 25, 27. No había control de edad ni de peso. Y a veces me tocaba uno cinco kilos arriba y 10 años mayor.
-No podías dar marcha atrás.
-Si tenés huevos subite a pelear. Así era la cosa. Había una moneda: 20 pesos, 30 pesos. Y servía, ¿viste?, ja. Peleaba casi todos los fines de semana porque no trabajaba, no hacía nada. ¿Si extraño eso? Cómo voy a extrañar si ahora estoy re bien; no quiero ni volver a eso.
-¿Tenés miedo cuando boxeás?
-Un poco de nervios nomás porque uno no sabe lo que puede pasar. Pero una vez que subo ya estoy jugado. Por ahí necesito que me peguen una vez para despabilarme, así ya no respeto a nadie.
Que sus puños sean puñaladas no es una metáfora. Papá Orlando dice que Marcos Maidana, antes de ser el Chino y de heredar el apodo de su hermano Javier, a los 6 años jugaba con cuchillos. Y que le gustaba domar terneras en Los Esteritos, esa estancia en la que sus padres, como caseros, criaron a sus ocho hijos. Más de una vez se comió un reto por andar callejeando con un cortaplumas en el bolsillo. Es salvaje Maidana y a lo único que le tuvo miedo fue a la... Que lo cuente él: “Mi viejo me decía que en el campo me iba a agarrar la angüera , un espíritu. Esa era la única forma de asustarme, ja”.

Fuente: Clarin