En 2006 el Congreso Nacional sancionó la Ley de Biocombustibles, que fomentaba el corte de las naftas y el gas oil con un 12% de bioetanol y un 10% de biodiesel. Esto impulsó a las industrias vinculadas a ambos productos, destinados a la exportación y al abastecimiento local de las refinerías. Algunos lo consideran una alternativa potable para reducir la quema de residuos fósiles y así bajar los índices de contaminación ambiental, mientras que para otros, favorece el monocultivo y la deforestación.
En este informe participan Marcelo Kusznierz, titular de la Cámara de Biocombustibles de la Unión Industrial de Santa Fe ; Veronica Geese , ex secretaria de Energía de la provincia y consultora; Carlos Querini , docente investigador del Instituto de Investigaciones en Catálisis y Petroquímica UNL-Conicet y Roberto Pozzo , integrante de la ONG Campaña Paren de Fumigarnos y docente investigador jubilado de UNL-Conicet.
El biodiesel argentino está compuesto fundamentalmente por aceite de soja, y cuyos más grandes productores están ubicados en los puertos de Rosario, con una producción destinada a la exportación. Sin embargo, en Santa Fe llegó a haber 20 pequeñas y medianas fábricas que destinaron su producción al mercado interno y favorecieron el desarrollo de localidades rurales. Este año se modificó la ley de 2006, con una reducción del corte del biodiesel en el gas oil al 5%, aunque no así en el bioetanol. Eso significa un fuerte impacto a la industria del sector, que reclama no sólo el mantenimiento del antiguo esquema, sino incluso su incremento. ¿Cómo se explica esta decisión que fue avalada incluso por legisladores santafesinos?
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