Tenía acento andaluz y le gustaba tocar la guitarra. Algo que, según quienes lo conocieron, hacia muy bien. Las “cantes” eran sus interpretaciones favoritas. Después de todo, cuando San Martín desembarcó en Buenos Aires tenía 34 años y hacía casi 30 que había partido. Ahora estaba de vuelta para preparar la guerra contra los españoles. Pero no sólo para eso. Quería la libertad, la igualdad y la fraternidad por la que había visto luchar en Europa. Quería una Patria grande. Demasiado grande.
“San Martín tenía contactos muy precisos. Por un lado, los de la masonería y por otros lo de la política. Crea la Logia Lautaro, que promueve la declaración de la Independencia y una Constitución republicana; se afilia a la Sociedad Patriótica que encabezaba Bernardo de Monteagudo; adhiere a los ideales morenistas y participa en el derrocamiento del Primer Triunvirato, que es un hecho cívico-militar que termina con un gobierno muy impopular”, relata el historiador Felipe Pigna en diálogo con Télam.
Cuando llega a Buenos Aires, el 9 de marzo de 1812, el Triunvirato le reconoce el grado de teniente coronel que tenía en el ejército español. También le encarga la creación de un regimiento para vigilar las costas del Paraná frente a la amenaza realista desde Montevideo. Creará así los “Granaderos a caballo”, que se instalarán en el Retiro, y vencerá por primera vez a los españoles en febrero de 1813 en el combate de San Lorenzo, donde el sargento Juan Bautista Cabral le salvó la vida.

Pero San Martín no era un alfil militar sino un actor político. Y actuará como tal. Gobernaba el Primer Triunvirato, integrado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso. Pero el poder lo tenía secretario de gobierno, Bernardino Rivadavia. “Era un gobierno muy centralista y retrógrado -sostiene Pigna-, que se preocupaba fundamentalmente de Buenos Aires, por administrar los bienes y recursos nacionales que esta se apropiaba, generados a través del Puerto y de la Aduana”.
Para el autor de “Libertadores de América”, se trataba de “un gobierno muy temeroso de Europa y fundamentalmente de Gran Bretaña. Rivadavia era un hombre absolutamente obediente a los ingleses y ellos no quería que avanzáramos hacia la independencia porque eso iba a molestar a España, que era una aliada en la lucha contra Napoleón”.
El Primer Triunvirato “hacía todo lo posible por retardar el avance militar y político hacia la independencia. En esa misma línea se va a inscribir después Alvear, del lado rivadaviano, y su propuesta de convertirnos en colonia inglesa. Por ejemplo, Rivadavia es el que sanciona a Belgrano por haber creado la bandera. Este tipo de cosas iba provocando el enojo de los patriotas, que terminarán derrocándolo”.
Será el 8 de octubre de 1812 cuando San Martín y la Sociedad Patriótica marcharán sobre la Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo), Granaderos incluidos, para lograr la renuncia del Triunvirato. “No siempre están las tropas para sostener gobiernos tiránicos”, había dicho el Libertador.
Asume entonces el Segundo Triunvirato, integrado por Juan José Paso, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte. Este tiene mucha más afinidad con los patriotas y da un nuevo impulso a la guerra por la independencia. Después llegará la Asamblea del Año XIII, que va a crear un poder unipersonal: el Directorio. Será Gervasio de Posadas quien aceptará la propuesta de San Martín de ser designado gobernador de Cuyo.

San Martín al gobierno
“Fue un gobierno que duró tres años, que fue muy importante. El aspecto político de San Martín no es un adorno. En ese momento tenía dos objetivos: la preparación del Ejército de Los Andes y gobernar Cuyo, que por entonces abarcaba San Juan, San Luis y Mendoza”, reseña Pigna.
Según el historiador, se trató de “un gobierno progresista, moderno, que promovió la educación y la salud pública, el lugar de la mujer y que reformatea la economía, particularmente la mendocina”.
“Mendoza vivía de la venta de ganado a Chile y cuando Chile cae en manos españolas se tiene que reconvertir, pasando de una economía ganadera a otra agrícola, adquiriendo gran importancia la vitivinicultura”. Además, el flamante gobernador creó un siEn marzo de 1816 comienza a sesionar en Tucumán el Congreso que el 9 de julio del mismo año declarará la Independencia. “El operador político más importante de San Martín en el Congreso de Tucumán era Tomás Godoy Cruz. San Martín tiene la urgencia de la declaración de la Independencia porque quiere cruzar a Chile en el verano del 17, el único momento del año en que se puede cruzar la cordillera, como el general de un país independiente”, resume el experto.
Y agrega: “Envía a Tucumán iniciativas muy interesantes, como el primer proyecto nacional de defensa de la industria argentina, que es el proyecto de protección del vino cuyano, firmado por él y por Godoy Cruz, que es tratado en junio del 16 y rechazado por los diputados porteños diciendo literalmente que si se aprobaba nos íbamos a aislar del mundo”.
San Martín, al igual que el Martín Miguel de Güemes, apoyará la propuesta de Manuel Belgrano de proclamar a un rey inca, con el objetivo de no sobrexcitar a las monarquías europeas, incluir a los pueblos originarios y avanzar en el marco de una autonomía democrática.
La iniciativa fue rechazada por los delegados de Buenos Aires, quienes en palabras de Tomás de Anchorena consideraron inaceptable ser mandados por un hombre “de la casta color chocolate, por un rey en ojotas”. Hubo independencia, más no organización nacional.
“San Martín y Belgrano tenían una absoluta coincidencia política e ideológica. San Martín veía en Belgrano al enorme intelectual que era, pionero de todo lo que se nos pueda ocurrir: política, educación, economía, etc. La presencia física de Belgrano en Tucumán, como invitado no como vocal informante, y la presencia de San Martín a través de sus delegados Laprida y Godoy Cruz, fue fundamental para que ese Congreso apurara la declaración de la independencia”, resume Pigna.
San Martín será clave en la declaración final. El autor de “1810” subraya que “San Martín corregirá el acta original, que decía ‘libres de España, Fernando VII y sucesores’ por ‘y de toda dominación extranjera’, un detalle ‘pequeño’, pero muy importante”. Sobretodo si Inglaterra está merodeando y a quienes están dispuestos a hacerle un lugar.stema impositivo más igualitario para que aportaran más aquellos que más tenían.
En marzo de 1816 comienza a sesionar en Tucumán el Congreso que el 9 de julio del mismo año declarará la Independencia. “El operador político más importante de San Martín en el Congreso de Tucumán era Tomás Godoy Cruz. San Martín tiene la urgencia de la declaración de la Independencia porque quiere cruzar a Chile en el verano del 17, el único momento del año en que se puede cruzar la cordillera, como el general de un país independiente”, resume el experto.
Y agrega: “Envía a Tucumán iniciativas muy interesantes, como el primer proyecto nacional de defensa de la industria argentina, que es el proyecto de protección del vino cuyano, firmado por él y por Godoy Cruz, que es tratado en junio del 16 y rechazado por los diputados porteños diciendo literalmente que si se aprobaba nos íbamos a aislar del mundo”.
San Martín, al igual que el Martín Miguel de Güemes, apoyará la propuesta de Manuel Belgrano de proclamar a un rey inca, con el objetivo de no sobrexcitar a las monarquías europeas, incluir a los pueblos originarios y avanzar en el marco de una autonomía democrática.
La iniciativa fue rechazada por los delegados de Buenos Aires, quienes en palabras de Tomás de Anchorena consideraron inaceptable ser mandados por un hombre “de la casta color chocolate, por un rey en ojotas”. Hubo independencia, más no organización nacional.
“San Martín y Belgrano tenían una absoluta coincidencia política e ideológica. San Martín veía en Belgrano al enorme intelectual que era, pionero de todo lo que se nos pueda ocurrir: política, educación, economía, etc. La presencia física de Belgrano en Tucumán, como invitado no como vocal informante, y la presencia de San Martín a través de sus delegados Laprida y Godoy Cruz, fue fundamental para que ese Congreso apurara la declaración de la independencia”, resume Pigna.
San Martín será clave en la declaración final. El autor de “1810” subraya que “San Martín corregirá el acta original, que decía ‘libres de España, Fernando VII y sucesores’ por ‘y de toda dominación extranjera’, un detalle ‘pequeño’, pero muy importante”. Sobretodo si Inglaterra está merodeando y a quienes están dispuestos a hacerle un lugar.
“La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar; cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos en pelota como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada”, escribió San Martín en la proclama al Ejército de Los Andes que en 1817 comenzaría la gesta para liberar a Chile y Perú.
“La campaña fue muy dura. El cruce de los Andes fue una preparación de tres años, con mucha logística, analizados minuciosamente todos los detalles”, repasa Pigna a Télam. Más de 5.000 hombres que atravesaron las montañas más altas de América y soportaron temperaturas de 10 grados bajo cero durante la noche. El propio San Martín, aquejado por la úlcera, debió ser transportado en camilla en más de una oportunidad.
El investigador adiciona que “fue un cruce que duró más de 20 días, una operación militar de una envergadura extraordinaria, con pocos precedentes en el mundo, una línea de combate de más de mil kilómetros, desde La Rioja hasta el sur de Mendoza, dieciséis columnas que se concentran en Chile y van liberando zonas hasta reunirse en Chacabuco y dar la primera batalla, que es tremenda, y que de alguna manera pone en fuerte crisis al Imperio Español en América”.
Está a punto de caer Chile y eso complica mucho al Perú y al dispositivo español en el continente. Simón Bolívar, que estaba derrotado y preparando una contraofensiva, al enterarse del triunfo en Chacabuco, se lanza al ataque nuevamente en el norte de Sudamérica.
“Luego vendrá la única derrota, la de Cancha Rayada, en la que afortunadamente, por las características de mando de San Martín, que era una clara delegación de poder y de que cada uno hiciera lo que tenía que hacer aunque él no estuviera, se salva la mayoría de la tropa para que, finalmente, se pueda dar la batalla de Maipú, que es la que provoca la independencia definitiva de Chile”, destaca el experto.