Hecho totalmente insólito el que se dio el domingo por la tarde en una de las sucursales de la panadería Balear, que fue asaltada dos veces en 10 minutos.
Ocurrió en la sucursal que la panadería tiene en la curva Richieri de Santo Tomé. Alrededor de las 17:00, un hombre entró al comercio con la excusa de comprar una gaseosa pero cuando se acercó a pagar, se puso la capucha del buzo, pasó atrás del mostrador y le piidó a la empleada que se tire al piso mientras saqueaba la caja registradora. Todo esto, amenazando verbalmente a la mujer y haciendo notar que tenía un arma en la cintura.
La secuencia fue rápida y tras pocos minutos, el ladrón se fue del local y la empleada dio aviso de lo ocurrido a la gerencia de la firma y también a la Central 911. Pero casi sin lograr reponerse del primer robo, la mujer fue víctima de un delincuente otra vez: sólo 10 minutos después del primer asalto, otro ladrón entró a la panadería.
Pero claro, este tuvo que agachar la cabeza y retirarse silbando bajito porque ya le habían "ganado de mano". La empleada tuvo que aclararle que no había nada en la caja porque momentos antes había entrado otro delincuente.
"Pensé que era una broma o que me estaban llamando para informarme del mismo robo, pero era otro", dijo a Todo Pasa Alicia Tabernic, asesora administrativa de Balear.
Pero los hechos de inseguridad no fueron sólo esos, porque Tabernic contó que ese mismo día además asaltaron a dos locales que la firma tiene en nuestra ciudad.
El primero ocurrió alrededor de las 15:30 en la sucursal ubicada frente a la cancha de Unión, donde un hombre entró y pidió mercadería. Cuando se la estaban sirviendo, pasó hacia atrás del mostrador y se llevó el dinero. La empleada del local, otra mujer huyó corriendo hacia la vereda durante el asalto.
Casi en simultáneo, ocurría otro asalto con la misma modalidad pero en la sucursal de Avenida Freyre y La Rioja. A las 16:00, un ladrón entró al negocio y a punta de pistola se llevó no sólo el dinero de la recaudación del momento sino también la billetera de una clienta que justo estaba comprando.
"Vamos a seguir trabajando, todas las securusales tienen su cámara de seguridad pero no sabemos qué solución darle. Tratamos de manejarnos de la forma más segura, pero la situación te acobarda: los empleados tienen miedo", concluyó Tabernic.