Unión - Por César Carignano

Lunes 28 de Agosto de 2017 - 08:06 hs

El salto de calidad deberá construirse colectivamente

Actualizado: Lunes 28 de Agosto de 2017 - 08:08 hs

Foto: Prensa Unión

Aquel auspicioso encuentro ante River en el Monumental de Nuñez queda lejos. Demasiado lejos como para que el simpatizante unionista pueda aferrase a algo de todo lo bueno mostrado esa nochecita de finales de verano. Demasiado lejos como para ser el último buen recuerdo –o uno de los últimos- del equipo Tatengue. Algo debía cambiar. Aquello no fue suficiente, es más, tuvo más sabor a techo que a camino ascendente. Aunque jamás sabremos que hubiese acontecido si el nefasto efecto anímico del clásico perdido en casa no hubiese ocurrido. Pero con las evidencias en mano esa debatible cuestión termina por explicar muchos de los males de Unión, hablo del estado anímico. Con esa variable sensiblemente afectada todo fue muy cuesta arriba. Cada tropezón fue caída y cada motivo de felicidad solo esbozó una leve mueca de alegría en la Avenida. Y la inseguridad se hizo presente para imposibilitar reponerse, para generar la salida de un entrenador y para dificultar la adaptación a otro que vino con un plan osadamente diverso, pero que no encontró eco, sobretodo, en un convencimiento que los futbolistas parecían haber perdido en sí mismos. Y la desconfianza fue trascendiendo el campo para instalarse en las tribunas y en las oficinas. Por ello el desconcierto fue general y nadie encontraba un faro que frene los temores, reencause en rumbo e invite a creer. Así llegamos al receso… con la convicción manifiesta de dar un salto de calidad en todo sentido. Puertas adentro quizá lo más atinado allá sido la llegada de Zucarelli y entre las oficinas y el campo de juego, silbato al cuello y carpeta en mano, la otra buena noticia -para las mayorías- fue el retorno de Madelón… probablemente el único ser capaz de generar cierta calma, más allá de no haber sido la primera opción en el mercado. Pero la incertidumbre no menguó tan rápido porque el mercado pone todo en su lugar. Y a Unión le demostró que con dinero solamente tampoco alcanza. Se precisan otras cosas para seducir jugadores: un proyecto deportivo, orden institucional y objetivos deportivos superadores. De allí que las dos incorporaciones citadas hayan sida quizá las más valiosas, porque a partir de ellos se buscaron y contrataron futbolistas de diferentes actualidades y trayectorias pero que transmitieron –moderadamente, habrá que decirlo- sensaciones optimistas. Cada quién cocina con lo que tiene, y este Unión tiene los ingredientes suficientes para mostrar una versión superadora porque sus productos genuinos tienen una temporada más encima y porque los que han venido brindan alternativas diferentes de juego. El tan mentado salto de calidad deberá construirse, edificarse mancomunadamente. En las capacidades de todos hay una posibilidad, siempre y cuando se encuentre la humildad necesaria para entender momentos y roles. En lo deportivo, la ausencia de un delantero parece ser la gran cuenta pendiente, pero convertir puede ser una tarea colectiva y con variantes los goles pueden llegar sin ser traídos obligatoriamente por un goleador. En las cercanías de Nereo el Tatengue pagó muy caro sus errores, reiterados por otro lado, pero en ese sector hay variantes interesantes. Comienza una nueva etapa, seguramente habrá momentos difíciles pero el gran desafío en ese aspecto será encontrar respuestas anímicas y futbolísticas a las adversidades para que los golpes no sean de nocaut. Y en cuanto a la intención de juego y las capacidades disponibles, habrá que aceptar que se puede… porque el último antecedente no data de marzo en el Monumental de Nuñez, sino que está mucho más cerca, al alcance de la mano, ante una de los mejores de nuestro fútbol.

Fuente: diez en deportes