Los retos movilizan a las personas, las ilusiones invitan a no darse por vencido y la cristalización de los objetivos es la gloria. La vida de un deportista transcurre por un montón de etapas, tanto buenas como malas y, a raíz de ello, crece y se hace más fuerte.
Es así como una santafesina se metió de lleno en una nueva travesía, con el fin de pegar otro salto de calidad en su vida. Ella es la nadadora Julia Sebastián que, a los 23 años y tras haber participado en los últimos Juegos Olímpicos de Río, se radicó recientemente en Brasil para entrenar y, si se da, estudiar una carrera Universitaria.
Su nuevo lugar será Santos, San Pablo, donde se encuentra Unisanta, la casa de altos estudios a la que representa en cada torneo nacional brasileño y que la tiene como reina de Sudamérica en los 200 metros pecho (récord argentino y continental). Allí estará concentrada durante el próximo ciclo olímpico que finaliza en Tokio 2020.
Será una más dentro de los nadadores locales, con lo cual tendrá derecho de formar parte de los cinco campeonatos anuales (dos regionales y tres nacionales) y, cuando se la cite, podrá representar a la Argentina a nivel internacional, pero esa ya es otra arista.
Antes de partir hacia uno de los epicentros de la elite de la natación mundial (salvando las distancias con las grandes potencias), la hija dilecta del club Regatas y discípula de Roberto Ortiz, eligió a Ovación para contar sus sensaciones sobre lo que se viene en su vida, sin dejar de lado lo importante que será para su crecimiento como deportista y persona.
"Por suerte estamos todos muy tranquilos. No solo yo sino también mi familia por este paso que estoy dando. Me voy con mi novio, así que eso me da mucha más tranquilidad aún. Voy a un lugar y con gente que ya conozco desde hace varios años, es por ello que tomo esta posibilidad con muchas ganas", contó entre sus primeros conceptos.
—¿Cómo surge está oportunidad?
—Cuando quedé fuera de (los Juegos Olímpicos de 2012) de Londres, mi idea fue, junto al equipo de trabajo, hacer un ciclo olímpico más en Santa Fe, dedicándome de lleno al deporte y estar más madura para llegar a Río en óptimas condiciones. Por suerte conseguimos ese sueño, producto también de mucho trabajo y eso se sintió muy bien. Desde ya, hay mucha gente que hizo posible eso, que me ayudaron y que siempre me bancaron, por eso el agradecimiento es infinito. Así que pienso que ya se cumplió un ciclo en la ciudad; tengo ya 23 años y pretendo seguir con mi carrera y pensar en el futuro, porque quiero pensar de qué voy a vivir y de qué trabajaré, más allá de la natación y por eso creo que este lugar nuevo me da las herramientas necesarias para lograrlo.
"En su momento me pude ir a Estados Unidos, pero sentía que era muy chica y apegada a mis viejos y opté por resignar eso y tirar cuatro año más en Santa Fe. Yo ya venía trabajando mucho con mi preparador físico (Marcelo Visuara), médico (Diego Ser) y con mi entrenador (Roberto Ortiz). Cuando me toca quedar afuera de Londres y me toca la vorágine esa, que fue muy dolorosa para mí, viene una lesión (en el tobillo) que me dejó parada, se sumó Alberto Mazzucchelli con una dieta rara, pero que me ayudó a salir adelante, incluso con otra mentalidad. A partir de ahí cambió todo para mí. También se acopló mi psicólogo deportivo Mariano Carmelé, quien hizo posible que vaya a Río", narró Julia.
Asimismo, en el ir y venir de sus palabras, recalcó: "Cumplí un ciclo en Santa Fe, por eso el agradecimiento es infinito. Ahora pienso que lo mejor es seguir con mi vida e independizarme, así que esta Universidad me da todas las posibilidades para que avance".
—¿Esto lo terminaste de madurar después de los Juegos Olímpicos?
–Durante. Hablé con muchos amigos que estaban afuera de su país entrenando buscando condiciones e infraestructura. La mayoría de ellos son sudamericanos y ninguno dudó en buscar otros horizontes en el exterior para mejorar. Todos sabemos que Sudamérica está un paso atrás de lo que es el primer mundo y Brasil está totalmente despegado de lo que es el resto en esta parte, con varios escalones encima y ni hablar de Argentina, allí el apoyo económico para los deportistas es mayor. Lo bueno es que no estoy tanto lejos de mi familia, por lo tanto puedo estudiar, tener un sueldo fijo y que no haya irregularidades en los aportes, cosas que pasan en la Argentina.
—¿Analizaste que a la par tuyo habrá otras chicas que te generarán una competencia infernal?
—Es lo mismo que pasa en una concentración. Estás con gente de mucho nivel a diferencia de cuando entrenás en tu club y esto desde ya te permite exigirte más. Una siempre busca ganar y, tener gente de elite al lado todo el tiempo, me incentiva un montón y me ayudará muchísimo.
—¿No te preocupa la adaptación a la cultura e idiosincrasia brasileña?
—Brasil es sinónimo de alegría. No me preocupa para nada. A parte ya conozco el lugar y la gente tiene muy buena onda. Me gusta mucho la idea y realmente no hay nada que me asuste y me haga replantear esto.
—¿Hubo más opciones de ir al extranjero o fue esta sola?
—Tuve también ofertas de otros clubes de Brasil, de España e Italia, pero el papelerio me restringió mucho pensar en viajar a Europa, por ejemplo. Estados Unidos estuvo en el aire también, pero no con la misma fuerza que otras chances.
—¿Seguirás apostando a los 100 y 200 metros pecho o puede que te la juegues por otra distancia o especialidad?
—Imagino que sí. Me gustaría empezar a entrenar combinado, pero sé que en Brasil la tienen bastante clara en eso. Desde ya sería para los 200 metros. Igual lo principal pasa por perfeccionar los 200 metros pecho.
—¿Tu familia cómo lo tomó, amén de esa tranquilidad que comentaste al principio que tienen?
—Ellos sabían que esto se venía. Me lo pararon cuatro años, pero están muy tranquilos con esta decisión. Cuando se confirmó y me vieron tan feliz, se alegraron aún más.
—¿Sentís que dejás un legado en Santa Fe y sobre todo en Regatas?
—Me pone muy feliz que haya tantos chicos que sueñen con llegar a cosas importantes, sabiendo que yo pude hacerlo. Por suerte muchos chicos están creciendo y si mi ejemplo ayuda a que vayan en busca de más, bienvenido sea. Quizás saber que el club tiene una atleta olímpica, los llene de ilusiones en que ellos también pueden llegar. Regatas es como mi segunda casa y le estaré infinitamente agradecida.