Aquella mañana del 22 de noviembre, cuando firmó la renovación de su contrato hasta los Juegos Olímpicos de 2020, Julio Velasco expuso cuáles serán los objetivos que se impondrá para el futuro inmediato.
Hablaba de las selecciones nacionales, pero siendo un poco más amplios, y sin mezquindades de por medio, también se refería a todo el voleibol argentino.
"Buscar ese salto de calidad que nos está faltando para estar, de un modo estable entre los mejores, como lo están Brasil, Polonia, Italia o Rusia". "El primer objetivo es no retroceder y para eso la mentalidad es lo más importante". Con esas dos frases, Velasco dejó sentada su postura, y está claro que eso es lo que deberán buscar los seleccionados argentinos, tanto los mayores como los juveniles, en el futuro inmediato. Le cabe al seleccionado masculino mayor. Este año consiguió logros importantes.
Por ejemplo en la World League se le ganó a Serbia (campeón) y Francia (medalla de bronce), y a Rusia; en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro no sólo se le volvió a ganar a los rusos, sino que también se finalizó primero en el grupo. Pero tanto en una competencia como en la otra, especialmente en la World League, al equipo le faltó un plus de calidad del que habla Velasco para terminar un poco más arriba; aunque habrá que aclarar, en defensa del entrenador y sus jugadores, que en Río se cruzó en cuartos de final con Brasil, equipo que terminaría quedándose con la medalla de oro.
Igualmente el equipo finalizó quinto, al igual que en Londres 2012, y mantuvo al finalizar 2016 el sexto lugar del ranking mundial. Sin lugar a dudas fue el seleccionado femenino el que vivió su gran año, claro está partiendo desde un umbral más bajo.