El intendente de Reconquista, Enrique Vallejos, el martes por la noche venía de gestionar gendarmes para el norte de la provincia. Pasadas las 11 de la noche, a unos 2 kilómetros antes de llegar al ingreso sur a Rosario, sintió que una goma delantera del vehículo oficial en que viajaba reventó.
Varios metros más adelante pudo controlar y frenar el Toyota Corolla que conducía – propiedad de la Municipalidad de Reconquista – y estacionarlo en la banquina para cambiar el neumático afectado.
“Acá nos van a robar”, fue su premonición, por lo oscuro de la noche. Junto a su secretario de Desarrollo Social, Gustavo López, se disponían a sacar la rueda de auxilio del baúl cuando escucharon corridas sobre el pasto.
“Te mato”
En instantes, dos maleantes armados los tenían apuntados a los dos, a la cabeza y a la voz: “Dame la plata que te mato”, según el relato de Vallejos a la prensa.
Le dieron el poco dinero en efectivo que tenían, y las billeteras con las tarjetas de crédito que llevaban en los bolsillos. Los teléfonos celulares fue lo primero que les quitaron.
“Llévense todo, no tenemos nada más que esto”, le dijo Vallejos, pero los delincuentes lejos de entender se pusieron aún más insistentes, levantando las armas a la altura de la cabeza de ambos.
En ese momento, llegaron dos sujetos más, y uno de ellos le pegó una trompada al jefe municipal de Reconquista: “No te hagás el vivo, la c… de tu madre”, le gritó el delincuente luego de golpearlo.
“No se jode”
Molestos porque el botín no satisfacía sus pretensiones, los obligaron a adentrarse en un monte aledaño a la ruta: “Métanse en el monte, yo les voy a enseñar que acá no se jode”, los apuró uno de los armados.
Fue López quien reaccionó negándose a la orden que tenía una firme de amenaza de pena de muerte: “No, ni loco nos metemos ahí, llévense el auto si quieren, pero no tenemos más plata”, les contestó.
Escape
Esa reacción sorprendió a los ladrones, que no tuvieron más que meterse en el auto a buscar algo más que robar. Permitió que Vallejos tomara a López del brazo, saliera corriendo hacia la banquina opuesta, y de ahí hacía Rosario, casi sin parar.
Los malvivientes se desentendieron de ellos y así llegaron a una seccional de la policía de la zona sur rosarina donde radicaron la denuncia, para más tarde volver custodiados a recuperar el auto.
“Pensé que nos mataban”
“Toda la sensación es que pusieron algo en la ruta para que se nos rompa la cubierta, porque apenas bajamos ya estaban encima nuestro. La verdad es que fue un momento muy tenso, y que pensé que nos mataban porque estaban muy alterados”, indicó Enrique Vallejos.
“Después de darles todo seguían apuntando y hacían como que iban tirar, ahí me di cuenta que estaban muy jugados y que la única que nos quedaba era escaparnos”, agregó.
“Duele decirlo, pero no podemos tolerar más que la gente que trabaja tenga que poner en juego su vida a cada momento. Nosotros tuvimos suerte, pero estuvimos a un paso de no contarla”, completó.