Unión - Por Gustavo Mazzi

Sábado 23 de Abril de 2016 - 21:49 hs

Un triunfo con el barniz de las jornadas épicas

Actualizado: Lunes 25 de Abril de 2016 - 09:31 hs

Decir que Unión le ganó el clásico a Colón es una síntesis injusta. Unión jugó mejor y obtuvo el premio que mereció, sería más acorde a las circunstancias.

El equipo de Madelón es admirable en la adversidad. Supo levantarse siempre, lamerse las heridas y seguir, pese a haber quedado de rodillas un par de veces en su propia casa ante rivales que lo vapulearon. Nada dañó la autoestima dentro y fuera de la cancha. Este cazador de retos necesitó una vez más que lo pongan a prueba para salir airoso y ganar otro clásico con autoridad y justicia.

La garra, la generosidad y la determinación, fueron el combustible emocional que hoy los volvió a llenar de gloria. Esa que no se ve pero sí se siente en el pecho de los Tatengues después de ganarle dos veces en forma consecutiva, en sólo un mes, a su eterno rival.

El entrenador rojiblanco apeló a los valores dependientes de la voluntad y los puso al servicio del deseo de ganar. La mezcla funcionó y el equipo emergió menos luminoso y refinado, pero serio y valiente. Colón fue más espectador que protagonista, sin grandes ambiciones y demasiado expuesto a la adversidad, y aunque espabilaron después del descanso, su respuesta fue siempre escasa. La visita nunca supo cómo enfrentar el partido, si debía atacar o defender, confundido e inocuo, la mayoría de veces en punto muerto.

A Unión le sobró dedicación y perseverancia. Luego de un ejercicio futbolístico intenso, equilibrado, agotador, de una tensión psicológica extrema, capaz de desquiciar al más paciente, tuvo un rapto de lucidez para marcar la diferencia que el partido reclamaba a gritos desde el primer tiempo. Para colmo de males, Vegetti confundió guapeza con torpeza durante todo el partido y  lo pagó con una expulsión que alteró el trámite cuando el encuentro había mermado su intensidad.

Riaño jugó toda la tarde con mucha  inteligencia para detectar las falencias del rival. Rotó por todo el frente de ataque para ofrecerse como alternativa y actuó de perfecto partenaire en “la jugada” del nocaut. El goleador fue asistidor de Lucas que esta vez dejó a “Gamba” a Castillo, y con el empeine diestro le puso un moño a la contienda para teñirla definitivamente de rojo y blanco.

Fue otro justo triunfo con el barniz de las jornadas épicas. Por los primeros 30 minutos, por García Guerreño, por el pibe Martínez, por la entrega de todos, por el resultado, por el gran marco, por el rival y por Gamba. El Tate sigue liderando la historia de los partidos del pago chico aferrado a una de las pocas cosas que jamás se alejaron de la “Avenida”: el orgullo.   

Audio: Gol de Lucas Gamba a Colón en la voz de Fabián (LT10)

Fuente: Gustavo Mazzi