En medio del desgaste propio del final de ciclo y con la Asamblea y las elecciones a la vuelta de la esquina, Colón suma un nuevo frente que expone el delicado momento. La curva de socios, históricamente un termómetro del humor, se vino abajo justo cuando más se necesita sostener los ingresos.
El fenómeno no sorprende a quienes conocen la vida interna de los clubes: cuando termina la competencia, el pago de cuotas suele resentirse. La situación económica del país golpea fuerte y a eso se suma el desánimo de una temporada que dejó pocas razones para el entusiasmo. Pero esta vez el retroceso fue más brusco de lo esperado: noviembre cerró sin alcanzar los 14.000 abonos, un número que queda lejísimos del punto más alto registrado este año (29.000). Menos de la mitad.
La baja encendió las alarmas puertas adentro. Los gastos estructurales no aflojan —de hecho, algunos subieron— y la recaudación cae en picada. Con menos recursos que nunca, la comisión directiva transita sus últimos días intentando cubrir compromisos urgentes, administrar un caudal de fondos cada vez más flaco y sostener un club que demanda mucho más de lo que ingresa.
El escenario se vuelve aún más desafiante con el recambio institucional en el horizonte. Mientras las listas afinan sus propuestas y elige el socio, del otro lado del mostrador el presente golpea: Colón necesita aire financiero, apoyo y un plan claro para salir del ahogo.
La transición política ya empezó. El desafío económico, también. Ahora falta ver quién toma el timón en este contexto y con qué herramientas encarará un 2025 que asoma tan exigente como decisivo.