Un proyecto científico que integra el investigador del CONICET Martín Palazzolo demostró que la yerba mate ya consumida puede convertirse en bioaceite con valor para distintas industrias. La propuesta se inscribe en la economía circular y plantea transformar un residuo doméstico masivo en insumo comercial, reduciendo al mismo tiempo la generación de desechos.
El grupo de trabajo empleó pirólisis —degradación térmica sin oxígeno— para procesar la biomasa. El método genera biochar, gases y un bioaceite sobre el que se concentró el estudio, por su interés estratégico como fuente renovable de compuestos aromáticos que pueden complementar o sustituir derivados fósiles.
Para los ensayos se construyó un reactor experimental de bajo costo, diseñado a la escala de un mate real, que permitió ajustar temperatura y empleo de catalizadores para enriquecer la composición química. El bioaceite obtenido resultó rico en metoxifenoles, moléculas con uso en química fina, farmacia, alimentos, fragancias, resinas y plásticos renovables.
Previo a la pirólisis, la yerba fue pretratada para recuperar extractos con cafeína y minerales de posible valor comercial. Tras el proceso térmico, los subproductos restantes —biochar y gases— también conservan utilidad: el primero como enmienda agrícola y el segundo como combustible.
El modelo ofrece un circuito completo: recolectar un residuo habitual, procesarlo con tecnología accesible y obtener varias corrientes de producto con impacto ambiental favorable. El trabajo, publicado en una revista especializada, confirma que la alternativa es técnicamente viable y escalable donde el consumo de yerba es alto.