La decisión institucional de apartarlo del plantel profesional, sumada al extenso comunicado en redes sociales, convirtió al caso Jerónimo Dómina en mucho más que una negociación contractual trabada: lo transformó en una señal de alerta sobre el vínculo entre Unión y sus juveniles más prometedores. Y también, en el disparador de un debate urgente: ¿cómo puede el club proteger su patrimonio formativo sin resignar valor deportivo?
A sus 19 años, Dómina es —o era— uno de los futbolistas de mayor proyección del semillero tatengue. Había debutado en Primera, convertido goles clave y sido observado por clubes del exterior. Sin embargo, la falta de acuerdo en la renovación de su contrato con la institución terminó por aislarlo del equipo principal, a la espera de una definición que podría marcar el rumbo no solo de su futuro, sino también de la política formativa de Unión.
Un conflicto que no es aislado
La situación de Dómina no es nueva, pero sí distinta. Unión ya atravesó en los últimos años episodios similares con Franco Calderón, Federico Vera y Lucas Esquivel, aunque con desenlaces variados. En algunos casos los jugadores firmaron con cláusulas a su favor, en otros se fueron libres. Pero ahora, por primera vez, la Comisión Directiva encabezada por Luis Spahn decidió fijar un límite institucional más duro: si no hay renovación, tampoco hay minutos.
La apuesta es clara: evitar que el club invierta en formación para que luego sus talentos se marchen sin dejar rédito. Pero ese camino también implica riesgos: romper el lazo de confianza con los futbolistas jóvenes y sus entornos, perder recursos en plena competencia y acelerar conflictos que podrían haberse resuelto de otro modo.
Unión y el desafío de lo que viene
El caso Dómina obliga a Unión a revisar y reconfigurar su estrategia con los pibes del club. ¿Cómo convencerlos de renovar antes de que lleguen las ofertas? ¿Cuándo empezar a negociar? ¿Cuánto margen hay para ceder, y cuánto para plantarse? ¿Qué rol juegan los representantes y qué herramientas tiene el club para no quedar atrapado entre promesas incumplidas y oportunidades que se esfuman?
El comunicado oficial remarca que se ofreció una mejora salarial siete veces superior al contrato vigente, con retroactividad y una suma en dólares. También deja claro que el jugador fue preservado, que hubo gestos de buena voluntad y que se llegó incluso a enviar una carta documento para sentar postura. Unión eligió dejar sentado un precedente, pensando en lo que vendrá.
Porque Dómina es apenas el primero de una nueva camada de jóvenes con proyección. Y lo que se decida hoy será observado de cerca por los que vienen detrás.
Un equilibrio cada vez más difícil
El fútbol argentino obliga a los clubes a vender para sobrevivir, pero también a competir, formar, retener y proyectar. Unión busca pararse en el medio de ese huracán: no quiere regalar a sus joyas, pero tampoco hipotecar sus posibilidades deportivas. El caso Dómina, con todo lo que implica, es una fotografía de ese dilema.
Y en ese contexto, lo que Unión decida hoy puede marcar la relación futura con su semillero, que sigue siendo su principal capital. Pero también su mayor desafío.