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Jueves 16 de Febrero de 2012 - 00:34 hs

Estudian imágenes mentales que provoca la literatura

La neuroestética es un nuevo campo dentro de las neurociencias. Federico Langer, investigador de la Universidad de Córdoba (UNC) analiza cómo interactúan las imágenes mentales y las emociones en el cerebro con relación a la estética literaria.

Federico Langer, investigador de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Córdoba, analiza cómo interactúan las imágenes mentales y las emociones en el cerebro, con relación a la estética literaria. Es decir, cómo, en ausencia de una percepción real, se construye una imagen y se experimentan respuestas emocionales; por ejemplo, cuando se lee un libro.

Entrevistado por el portal especializado InfoUniversidades, Langer cuenta su trabajo e imagina experimentos futuros que permitan saber con más precisión cómo se forman las imágenes mentales y cómo una persona se emociona.

La neuroestética es un nuevo campo dentro de las neurociencias. Su objetivo es descubrir las bases neuronales de la apreciación estética y artística. El trabajo de Langer se sitúa en este campo e intenta darle un marco conceptual y filosófico.

Una imagen mental, explica el investigador, es la experiencia de percepción visual, táctil, auditiva, gustativa, en ausencia de estímulos sensoriales externos. Metafóricamente, una imagen mental se corresponde a “ver con los ojos de la mente”, “oír con los oídos de la mente”, etc. y puede producir respuestas emocionales. Es interesante haber descubierto que las imágenes mentales se generan en las mismas áreas del cerebro en la que se generan las percepciones reales; ambas áreas están anatómica y funcionalmente conectadas.

Su hipótesis postula que el patrón neuronal de una imagen mental es similar al patrón neuronal que ocurre durante una percepción real. ¿Qué varía en el patrón neural para que sepamos que estamos en presencia de una imagen mental y no de una percepción real? En realidad -aclara- la diferencia es muy sutil ya que no siempre podemos distinguir lo que vemos de lo que imaginamos; el caso extremo es el de la esquizofrenia. Hay distintas hipótesis acerca de cuál es la diferencia pero, sin dudas, es muy sutil.

Langer explica que "ya en 1955 un neurocirujano canadiense, Wilder Penfield, estimulaba con pequeñas corrientes eléctricas distintas zonas del cerebro de pacientes a quienes se les practicaba una operación. Así, descubrió que según la zona que estimulaba, los pacientes tenían distintas sensaciones: sentían gustos, olores, recuperaban memorias, etc. Lo que pasa es que no se puede avanzar en ese sentido porque no se puede manipular el cerebro de una persona, por cuestiones éticas evidentes. A mí me gustaría hacer experimentación en humanos, poner las ideas en práctica. Claro que no lo haría operando sino poniendo a las personas a leer textos y evaluando sus procesos mentales".

La mayoría de los trabajos en neuroestética se concentran en la apreciación estética relacionada a la pintura y la música. Langer eligió estudiar las imágenes mentales que provoca la literatura, "porque es el único arte en el cual la apariencia física del objeto no cumple un rol estético. En las otras artes el objeto artístico está físicamente presente. En literatura el objeto artístico es una construcción cerebral pura, en el sentido de que el significado de las palabras sólo existe en nuestro cerebro. Las imágenes, las reacciones emocionales, sólo existen en nuestro cerebro. En ese sentido, me parece que la literatura es muy interesante para estudiar porque el libro en sí no dice nada. Es decir, te puedo dar un libro de tapas duras, un manuscrito, un e-book y eso no dice mucho. La literatura puede provocar cambios emocionales, cambios en las ideas, en la forma que vemos el mundo y sólo el cerebro humano es capaz de una cosa así a partir de ver tinta en un papel", aclara el investigador.

"Lo que hago es intentar organizar los resultados de las neurociencias en un marco teórico que las englobe y permita, no sólo explicar ciertos fenómenos -la estética literaria en este caso-, sino también hacer algunas predicciones, como que muchos efectos literarios dependen de procesos y propiedades de la corteza visual. Yo creo que las emociones que provoca la literatura, el placer estético, los distintos procesos cognitivos y emocionales, son cognoscibles científicamente. Como filósofo no puedo investigar los mecanismos cerebrales, eso es tarea de los científicos; pero sí puedo proponer marcos generales que den lugar a esa investigación".

Si pudiera experimentar, cuenta, "lo haría con textos creados a propósito para el experimento porque los textos literarios suelen ser muy complicados para que sean prácticos; varían en su extensión, en su dificultad, en su contenido conceptual y en las imágenes que sugieren, etc. Una persona leyendo una obra real generaría tantos datos que sería imposible procesarlos. Los estudios de laboratorio son, por necesidad, más artificiales".

"Si bien estamos teniendo un conocimiento cada vez más profundo, el cerebro es un órgano muy complejo, cuyas conexiones sinápticas cambian en el tiempo y según las experiencias personales. Si bien estamos viviendo una revolución del conocimiento, un momento muy interesante en el cual se descubren cosas nuevas a diario, hay que ser cautos, estamos muy lejos de poder hacer que una persona piense una cosa e, incluso, estamos lejos de saber con exactitud qué está pensando".

Federico Langer realiza actualmente el doctorado en Letras de la facultad de Filosofía y Humanidades. Su trabajo cuenta con una beca de la secretaría de Ciencia y Tecnología de la UNC y está dirigido por Carolina Scotto y Guido Raggio. Además, es miembro del grupo de Jóvenes Investigadores en Neurociencias. Su trabajo más reciente, “Mental imagery, emotions and ‘literary task-sets’: clues towards a literary neuroart” ha sido aceptado por el “Journal of Consciousness Studies” y será publicado a comienzos de 2012.