Colón se trajo más de un sinsabor partido contra Independiente. Por un lado, una nueva goleada (3-0) que hace mella en lo anímico; por otro, la falta de reacción ante la adversidad; y finalmente, la falta abrumadora de solidez, que era una de las grandes virtudes de este equipo.
Los números son fríos y elocuentes para graficar este presente. El Sabalero pasó de hacer un culto del cuidado de su arco (siendo letal arriba) a mostrar falencias y ser endeble. En la pasada Copa de la Liga Profesional, que ganó justificadamente y de principio a fin, recibió 11 goles en 16 partidos.
Ahora lleva 13 en nueve, pasándole factura al quedo en la tabla de posiciones. Asimismo, la falta de gol también es alarmante. La ausencia de un artillero, ante el bajo nivel de Facundo Farías, pasó a ser clave. Al equipo ya no le alcanzar con la llegada del área de los volantes.
Situaciones que llevan al DT Eduardo Domínguez a un enjuague de cabeza y un análisis más a fondo para hallar el problema para salir de esta pronunciada meseta. Todavía hay tiempo, porque esta historia tiene menos de la mitad de camino.