El 9 de octubre de 2006, un camionero manejó por 40 kilómetros completamente ebrio por la ruta 11. Venía bamboleándose, pero ni siquiera en el peaje fue detectado. A la altura de Margarita (provincia de Santa Fe), chocó contra un micro en el que viajaban alumnos del colegio Ecos, del barrio porteño de Villa Crespo. Venían de una misión solidaria en Chaco. Nueve de ellos murieron, junto a una docente, al irresponsable conductor y a su acompañante.
Por estos días, la impunidad con la que se permitió circular al camionero duele e indigna como nunca a los familiares de las víctimas, luego de que Claudio Uberti declarara como arrepentido en la causa de los cuadernos K y reconociera que cobró coimas de contratistas del Estado. Uberti no fue cualquier funcionario ni esas eran empresas cualquiera: fue titular del Órgano de Control de Concesiones Viales (OCCOVI) durante el kirchnerismo, y recibía –según él mismo admitió- pagos de las concesionarias de los corredores viales del país.
“Si yo soy responsable de controlar algo y a su vez recibo coimas para no hacerlo, lo esperable es que al no controlarlo todo pueda suceder”, dijo en diálogo con Todo Pasa Sergio Cohen, padre del fallecido Nicolás. A la luz de la declaración de Uberti como “arrepentido”, la intención es reimpulsar una causa en su contra como presunto culpable de la tragedia de Ecos.
“La responsabilidad de los funcionarios está ligada a la corrupción (cometida). Y la corrupción no sólo es dinero que se recauda para la corona, sino que es pérdida de vidas”, manifestó.
Cohen recordó que en 2007 se intentó abrir un caso penal contra funcionarios kirchneristas, pero fue desestimado por el juez Daniel Rafecas. Eso podría cambiar: "ahora, Uberti se autoincriminó”, con lo cual los familiares estudiarán si “es viable” el reimpulso a esa causa.
Además, tras señalar que el expediente penal por las muertes (que tiene como único acusado al chofer del micro) está desde hace ocho meses pendiente de resolución en la Corte Suprema de la Nación, Cohen tuvo lapidarias palabras para la Justicia santafesina: “es arcaica y decadente”.
“Mi hijo ya murió, pero tengo que seguir observando cómo todos los días se muere gente (en las rutas) porque los funcionarios no cumplen la función para la que son designados. Nuestra (obligación) como ciudadanos es seguir denunciando estas cosas, para que no vuelvan a ocurrir”, reflexionó.