Arranca una nueva temporada para la feligresía de Arroyito. El Gigante dará una misa reservada exclusivamente para los fieles canallas. Será un domingo especial. Una tarde donde el sentimiento se entremezclará con la racionalidad. Edgardo Bauza estará otra vez pisando el templo que lo vio primero nacer y crecer como jugador y luego como entrenador. También lo hará Marco Ruben, quien hizo estremecer con su confesión a la masa auriazul y temblar a la dirigencia en la semana. Sin embargo, hoy lucirá la cinta de capitán. Otro condimento extra es que el primer equipo iniciará la segunda edición de la Superliga ante un Banfield que siempre muestra las garras, sea de local o visitante. La misión es dar el primer paso con firmeza para iniciar el extenso recorrido del torneo doméstico y alimentar la ilusión una vez más.
Bauza tiene todo listo para salir de la trinchera. Espera mostrar esta misma tarde la mejor versión que ideó desde que asumió como técnico con el objetivo de borrar recientes fantasmas y apuntar hacia el futuro inmediato con optimismo. No será sencillo. Tampoco imposible.
Porque Central tiene material apto como para doblegar al Taladro, que también tiene sus buenos actores. Los canallas deberán dar a la vez otra imagen con respecto a la que brindaron cuando golearon a Juventud Antoniana en cancha de Unión, por la Copa Argentina. Aquella noche en la capital provincial, el equipo mostró grietas en el medio.
Si bien el Patón está más preocupado por mantener firme y segura a la última línea, ya que el torneo pasado brindó todo tipo de licencias a los rivales, también es verdad que la zona de los volantes deberán estar afinada. Sobre todo porque hoy tendrán frente a sus narices a Banfield, y no a los salteños, que se juntaron luego de meses de inactividad para jugarles a los de Arroyito.
Será una buena jornada para ver cómo responden Carrizo, Gil, Ortigoza y Camacho. Cuatro actores que tendrán que ser protagonistas en todo momento. Caso contrario, podría ser perjudicial para la salud canalla. Mientras que arriba, Zampedri y Ruben deberán a comulgar el mismo idioma de una vez por todas. Claro que el primer esfuerzo debería ser del capitán, quien dejó sentado que estaba más preocupado por el dinero que perdió por el contrato que firmó que por los cercanos objetivos deportivos.
Las palabras y especulaciones irán quedando al margen desde las 17.45, que será cuando la pelota cobre vida y empiece a poner en vilo a la comunidad canalla, que espera dejar el Gigante con una sonrisa que le permita mirar hacia adelante con otro semblante.