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Los gobernadores de 17 provincias se llevaron ayer de la Casa Rosada un nuevo alivio temporario para sus golpeadas cuentas fiscales, al prorrogarse por otros tres meses los vencimientos de sus deudas con la Nación. La firma de este acuerdo fue el plato fuerte del acto que encabezó la presidenta Cristina Kirchner en el Salón de las Mujeres, al calor de varios centenares de militantes que una vez más poblaron los patios internos para darle su apoyo.

Dentro del Salón, y poco antes del discurso transmitido por cadena nacional (ya lleva once en el año) los mandatarios provinciales pasaron uno por uno a estamparle la firma a la prórroga. Entre ellos Daniel Scioli –Buenos Aires es lejos el distrito más endeudado–, pero también el radical de Corrientes Ricardo Colombi, quien en el verano había amenazado con emitir una “cuasimoneda”, o el kirchnerista de Misiones Maurice Closs, que había alertado que no iba a poder pagar. El Programa Federal de Desendeudamiento lo había lanzado Cristina en mayo de 2010, y permitió refinanciar deudas de 18 distritos por $65 mil millones, en un plazo de 20 años y con un período de gracia que venció en enero. Como el Presupuesto 2014 no lo prorrogó, la “solución” fueron estas prórrogas trimestrales y renovables. La Presidenta señaló que las provincias recibirán “un adicional de $ 1.800 millones” por disminución de servicios de deuda en el trimestre, lo que les permitirá “mejorar el posicionamiento de endeudamiento” y ser “sujetos de crédito”. En diciembre, en plena discusión porque debían empezar a pagarle a la Nación, la situación fiscal de las provincias se agravó aún más con las crisis policiales y las “paritarias de facto” logradas por los uniformados, con salarios promedio iniciales de $ 8.500. La renovación del acuerdo sujeto a metas presupuestarias a cumplir por las provincias le da por otra parte un instrumento político al Gobierno central para manejar la relación con los gobernadores, en un contexto en que Cristina Kirchner necesita apoyo para transitar hasta el fin de mandato.

Las provincias que firmaron ayer fueron Buenos Aires, Catamarca, Chubut, Corrientes, Entre Ríos, la rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, Tierra del Fuego, Tucumán, Chaco, Jujuy, Santa Cruz y Misiones. El acto empezó acccidentado, cuando un mástil con la Bandera argentina cayó encima a la Presidenta, aunque sin consecuencias.

La Presidenta también hizo anuncios para el sector triguero (ver página 9) y firmó el decreto que crea el Fondo para el Desarrollo Argentino (Fondear), un fondo fiduciario que se integrará con $10 mil millones, para créditos a PyMEs y grandes empresas. Estuvo el titular de la CGT Balcarce, Antonio Caló, y una acotada representación empresaria afín al Gobierno.

Con anuncios acaso concentrados por la semana corta y sus planes de irse el miércoles al Sur, Cristina también presentó la tarjeta identificatoria para el personal de casas particulares. Será un “documento registral” para que el servicio doméstico tenga acceso fácil a su historia laboral, cuente con “padrón exacto” y vincular beneficios como descuentos con la SUBE.

Cristina habló casi una hora y media entre la cadena y sus dos discursos en los patios. Insistió en que “no estamos peor que en 2003”, y enfatizó: “No voy a permitir que se instale un cadena de la mentira ”, afirmó. Criticó a los bancos por prevalecer los créditos al consumo sobre los destinados a la producción y lo vinculó a la inflación que nunca nombra: “Si no queremos que haya aumentos de precios hay que prestarle más a la producción”, sostuvo.

En un virtual calco del término que utilizó en su discurso del domingo en el Mercado Central el secretario Legal, Carlos Zannini, afirmó que había que “empoderar” a la gente de “los derechos y avances de esta década”. En los patios se concentró el “operativo cariño” que le arma el secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli. A los jóvenes, Cristina les habló de su función de “control” de “los más grandes”. Y a 40 años del 1° de mayo de 1974, cuando Perón echó de la Plaza de Mayo a los Montoneros, afirmó que su posición fue entonces que “la conducción de Perón no podía discutirse”.