El 2025 de Colón fue un año difícil de explicar. De la expectativa por volver rápidamente a Primera a la realidad de pelear hasta el final por no descender. El equipo nunca encontró una identidad clara, careció de peso ofensivo y fue, además, uno de los más goleados del torneo.
En ese contexto, los números hablan por sí solos. El máximo goleador fue Emmanuel Gigliotti, con siete tantos, pese a no haber jugado el último mes, lo que refleja la falta de variantes y de eficacia en ataque. En el rubro asistencias, Christian Bernardi encabezó la estadística con apenas cuatro pases gol, una cifra que, más que destacar, expone las limitaciones colectivas del conjunto rojinegro.
Detrás del mediocampista aparecieron Ignacio Lago (3) y Luis Rodríguez, que apenas tuvo participación durante la campaña. No hubo conexiones fluidas ni generación constante de peligro. Colón dependió más de individualidades esporádicas que de un funcionamiento sostenido.
El cierre del torneo mostró una imagen simbólica: Bernardi convirtió el gol del triunfo ante CADU, en un partido cargado de tensión por la necesidad de sumar. Más allá del desahogo, la escena dejó abierta otra pregunta: qué pasará con su futuro, en un plantel que seguramente tendrá una fuerte renovación.
El balance es contundente. Colón terminó el año cumpliendo el objetivo mínimo: mantener la categoría, pero con números bajos en todas las líneas y sin jugadores que lograran sostener un nivel regular. El 2025 quedó atrás como un recordatorio de todo lo que no funcionó.