Con la primavera y el aumento de los mosquitos en la ciudad, la demanda de repelentes se dispara y los consumidores buscan la mejor relación entre calidad y precio. El móvil de LT10, a cargo de Valentín González, recorrió farmacias, supermercados y bazares para conocer el panorama actual.
En las farmacias, un aerosol de una marca líder de 160 mililitros se consigue a $7.400. En los supermercados, en cambio, el mismo producto pero con mayor cantidad —200 ml— se vende a $8.400. La diferencia es que, aunque el precio es superior, el envase también rinde más.
El contraste más marcado aparece en los bazares, donde los precios trepan: un repelente en aerosol de la marca más conocida llega a $11.600. En ese mismo circuito, la crema resultó difícil de conseguir, lo que muestra cierta variabilidad en la disponibilidad de formatos.
La irrupción de segundas marcas amplió el abanico de opciones. Alternativas como Vice o Mariscal ofrecen productos en aerosol desde $3.900 a $4.300, es decir, menos de la mitad de lo que cuesta el producto más reconocido del mercado. La diferencia está principalmente en la duración declarada: mientras los líderes prometen hasta ocho horas de protección, las segundas marcas se ubican entre las cuatro y seis horas.
Hoy, a diferencia de lo que ocurrió durante la pandemia, no se advierte riesgo de desabastecimiento. Más laboratorios producen repelentes y el mercado cuenta con una mayor variedad de presentaciones: aerosoles, sprays, cremas, en barra o con bolilla aplicadora. Sin embargo, la mayoría de los consumidores todavía se inclina por la marca más conocida, lo que marca una fuerte fidelidad que encarece la elección.