Colón perdió nuevamente, esta vez en su casa, ante Estudiantes de Río Cuarto por la fecha 30 de la Primera Nacional. La sensación fue que el visitante hizo lo justo y necesario. Le alcanzó para ganarlo sin brillar, frente a un Sabalero que ya no encuentra respuestas ni en las estadísticas.
Porque los números hablan, y en este caso, gritan. Colón tuvo la pelota el 50% del tiempo, sí. También sumó más tiros de esquina (8 contra 3) y más saques de banda (38 contra 33). Pero todo eso se quedó en el papel. El equipo de Ezequiel Medrán apenas generó 10 ataques claros, contra 18 del rival, que manejó los tiempos y hasta pareció bajar la intensidad cuando el negocio ya estaba hecho.
En el rubro remates, otro dato frío pero elocuente: Colón tiró 8 veces al arco, pero solo 4 con dirección. Estudiantes, con menos posesión, remató 6 veces al arco y convirtió una. Más práctico, más directo, más efectivo.
Ni siquiera el empuje final —con una ráfaga de corners que no preocuparon a nadie— alcanzó para ilusionar a un estadio que volvió a irse frustrado. Colón, un gigante golpeado, acumula 18 derrotas en el torneo y ya son siete partidos sin ganar. El equipo se desgasta en repeticiones sin efecto: centros sin destino, avances inconclusos, jugadores cargados de dudas.
Con la presión cada vez más fuerte y la permanencia en juego, el próximo partido ante Talleres (RE) aparece como una cita clave. Aunque la pregunta empieza a pesar más que las respuestas: ¿cómo se revierte algo que ya parece roto?
