Novak Djokovic (6° ATP), tras caer en las semifinales de Roland Garros ante Jannik Sinner (1º), le comunicó a la prensa que quizás haya jugado su partido despedida en Bois de Boulogne.
Había un aire especial. Incluso previo a esa declaración, algo podía anticiparse por la forma en la que se retiró el serbio del Court Philippe Chatrier. Dejó su bolso, y se detuvo a girar para apreciar todo el cariño del público con gestos de agradecimiento. Por último, besó el polvo de ladrillo y se llevó su mano al corazón. No era cualquier despedida post derrota. Era una probable despedida de una leyenda viviente del tenis profesional.
"Este pudo haber sido el último partido que juego aquí" esa fue su primera declaración, y no deja de ser un shock para el mundo del tenis, a pesar de escucharse de un tenista de 38 años. Porque pese a su edad, sigue ganando títulos y compitiendo en finales. Sin ir más lejos, le ganó en cuartos de final al Nº3 del mundo, Alexander Zverev. "Fue maravilloso, porque nunca antes la gente me había apoyado tanto contra un gran rival", cerró.
Djokovic llegó a Roland Garros como flamante campeón en Ginebra y, antes de debutar en primera ronda, fue testigo de la despedida de Rafael Nadal, junto a resto del Big 3, como el único que todavía pudo competirle por más de tres horas a Sinner, Nº1 del mundo y quince años menor.
Además, el finalista de Miami por ahora solo confirmó a Wimbledon y al US Open como parte de su calendario.
Al final, habrá que dejarlo tranquilo, como dijo Aryna Sabalenka (1ª WTA).