"Síiiiii, esa pelota fue mala", soltó Juan Martín del Potro, casi con resignación y como no queriéndose acordar mucho de ese momento, del minuto 87 del partido. Fue cuando se invirtió de derecha en el fondo de la cancha, pegó una paralela tremenda que casi ni se vio y que provocó el festejo de muchos franceses por lo que supuestamente era un winner para 9-9 en el tie-break del primer set. Pero el único que tenía motivos valederos para festejar era Andy Murray. Y luego de la confirmación del umpire Carlos Bernardes sobre el pique fuera de los límites, el tandilense se quedó colgado de la red durante unos 45 segundos, mirando la marca de la pelota. En ese instante iban pasando por su cabeza las cuatro chances que había tenido para hacer suyo ese capítulo y acaso perfilar una historia diferente.
Después de cinco años, Del Potro volvió a la cancha central de Roland Garros. Siempre ante nombres relevantes: aquella vez con Roger Federer, ahora con Murray, el líder del ranking mundial. La gente lo recibió muy bien y lo acompañó durante todo el partido. Con gestos y expresiones de asombro cada vez que impactaba su derecha demoledora. "¿Si escuchaba los ohhhh, ohhhh del público? Sí, perfectamente. Creo que tenían un poco de miedo", apuntó con una sonrisa, para distender su contacto con los medios. Y agregó: "Fue necesario que pasaran cinco años y tres operaciones de muñeca para volver a pisar esta cancha y sentir esas sensaciones. Y la verdad es que recibir ese afecto permite que uno siga luchando en la cancha, a pesar de la adversidad y del cansancio". Y fue más allá: "Esto que pasó no les sucede a muchos jugadores, a veces ni siquiera a los número 1. Se cuentan con los dedos de la mano los que pueden vivir emocionalmente una cosa así. Mentalmente por ahí sentía que mis chances habían pasado, pero me daban ganas de seguir en la cancha".
Al concluir su periplo por la temporada de canchas lentas, Del Potro entiende que el balance es bueno. "Me voy satisfecho. De afuera disfrutaron de mi juego. La derecha está bien, el saque también hace daño y el revés lo mejoré. Para lo que fue mi preparación para el polvo de ladrillo, saqué muchos puntos que por ahí no era lo esperado. La gira es positiva. Fueron buenos resultados en Roma, ganándole al 9 (Nishikori) a y al 11 (Dimitrov) y acá llegué a la tercera rueda y disputé dos sets de alta exigencia con Murray. El tercer set ya no lo tomo tanto en cuenta, por más que me sentía bien y que mis tiros hacían daño. Pero mentalmente era tratar de no pensar en las oportunidades perdidas. Él mejoró las devoluciones de saque, las metía todas y jugó como un número 1. Sé que tuve chances en esos sets peleados y eso me da un poco de frustración. Hay momentos en los que uno tiene que aprovechar las oportunidades que te dan estos jugadores. Yo las tuve, pero de pronto cometí una doble falta o simplemente traté de esperar su error en vez de ir a buscar el punto. Y son cosas que un 1 no te deja pasar", admite. "Espero estar mejor preparado el año próximo para la temporada de polvo y quedarme más días en París", expresó con mirada optimista.
¿Por qué no concretó y qué le pasó durante el partido? "Lo primero que hay que tener en cuenta es que jugué con el mejor del ranking. Andy es muy inteligente. Supo cómo jugarme, cómo atacar mis puntos débiles y llevarme a hacer un desgaste físico que en otras superficies no me hubiera causado tanto daño. A diferencia de otros partidos, no pude usar tanto mi revés agresivo, me llevó a pegar mucho de slice, muy condicionado en el fondo, y ese golpe no surtió el mismo efecto que en otras superficies. Después, me buscó con un juego de drops que no pude contrarrestar: quedé siempre expuesto a su última volea. Me hizo mover y no me dejaba pegar el revés bien plantado. Lo tenía claro".
Claro que ese mismo slice ahora puede transformarse en un arma agresiva para el césped. "Sí, es probable que me brinde mejores respuestas en los torneos previos a Wimbledon y en ese Grand Slam, pero también sé que necesito de mi revés de dos manos para las devoluciones, para ser agresivo también. Soy consciente de que está mejor, pero no puedo acelerar los tiempos de mi confianza y de mi muñeca", expresó Del Potro.
El año pasado, en ese regreso mágico y al que se catalogró como milagroso sorprendió a los mejores. Este año le costó más cuando se cruzó con los top y no los pudo derrotar. "No siento presión de nada. Perdí tres veces con Djokovic y dos de ellas fueron en tres sets; Federer me ganó muy bien en Miami, donde les ganó a todos. Hoy jugué dos buenos sets con Murray. Son partidos bravos, siempre me cuesta ganarles porque ellos son los mejores del mundo, pero a la vez creo que soy el de mejor récord contra ellos y eso no es fácil de conseguir. Lo lógico es que ellos me ganen a mi. Si no fuera así estaría metido en ese pelotón de punta. Claro que me gustaría ganarles, como lo hice alguna vez".