Lo curioso de la investigación es que los resultados no se vieron modificados por el nivel de educación o la edad. Encontraron una clara conexión entre llevar una vida moderna completa de actividades, con la velocidad en procesar información, grabar datos en la memoria, razonar e incorporar vocabulario.
De todos modos, en el diario Frontiers in Aging Neuroscience, se aclara que a través de los ejercicios a los que sometieron a los voluntarios, test neurológicos y mediciones de rendimiento cognitivo, no se puede afirmar si es la vida ocupada la que aumenta las capacidades del cerebro o si es al revés.
La lógica que siguen es que los más ocupados están más acostumbrados a probarse ante nuevos desafíos y tareas que aparecen en su camino, lo que lleva a que el cerebro esté más afilado, con sus capacidades cognitivas siempre alertas y mejorando. Para continuar con la investigación, mandaron a partes de los voluntarios a involucrarse en actividades nuevas como cursos de fotografía o juegos de computadoras, para probar sus beneficios mentales. Si funciona, se abocarán a presentar un plan de actividades que sirvan para promover la salud cognitiva.