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Argentina sabe a verduras cocidas de hospital ó a un gran banquete sin sal. No podemos negar que sean sanos, buenos, pero… no seguimos quedando con hambre. Este viernes empató 0 a 0 ante Colombia y pasó a semis en una dramática definición desde los doce pasos.

El fútbol a veces se resume en una atajada descamisada, en una pifia sin razón y hasta en la falta de suerte. Y eso termina siendo decisivo para pasar de ronda o volverse a casa. Esto es apenas una porción de los argumentos de 90 minutos de fútbol entre un equipo muy superior pero con la pólvora mojada.

Esta vez, con la victoria de nuestra selección quedó una gran sensación de justicia divina y les aseguro que la aseveración tiene sustento por lo hecho entre unos y otros en todo el desarrollo del juego. Sí es oportuno decir que luego de cuatro partidos se prenden las alarmas de un equipo con una llamativa falta de gol en función de todo lo que genera; más aún si tenemos en cuenta el repertorio ofensivo de nuestros jugadores de ataque, entre titulares y suplentes.

El gol de Tevez desde los doce pasos, en una tanda de penales que bien podría haber sido pensada por Alfred Joseph Hitchcock como parte de una de sus películas de suspenso, coronó la clasificación a semifinales del mejor equipo de los dos que se enfrentaron en Viña del Mar. Y digo los dos por respeto a la prestigiosa selección Colombia, aunque esta vez Pekerman exageró con el manual de precauciones y casi no avanzó a campo enemigo.

La Albiceleste está entre los mejores cuatro equipos de la Copa América, aunque con este tipo de definiciones, no hay corazón que aguante. Argentina sacó boleto para las Semifinales y el martes que viene (en Concepción) enfrentará a Paraguay o Brasil. Seguimos en carrera. "Un médico a la derecha..."