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 Un nuevo mensaje del Gobierno golpeó ayer un poco más el ya endeble optimismo sindical por una posible reducción de la carga del impuesto a las Ganancias sobre los salarios. Esta vez el portavoz fue el ministro de Economía, Axel Kicillof, el mismo funcionario que en las últimas semanas lideró las gestiones para convencer a la CGT de Antonio Caló de la necesidad de asegurar que los aumentos de la nueva ronda de paritarias se ubiquen por debajo del 30%.

Como prenda de cambio, los gremialistas esperaban un gesto oficial por la rebaja de Ganancias, pero el plantón de Kicillof al almuerzo que iban a compartir el miércoles pasado fue interpretado cerca de Caló como una señal concreta de que el Ejecutivo no prevé cambios inminentes sobre el impuesto. Las declaraciones de ayer del ministro confirmaron ese análisis. "Ganancias no es el tema principal para discutir de cara al movimiento obrero", afirmó Kicillof y descartó que el Gobierno prepare modificaciones al tributo.

El ministro sostuvo que los reclamos por la rebaja del impuesto forman parte de "una agenda creada por los medios hegemónicos" e insistió en que solo "un 11% de los trabajadores registrados" tributa el impuesto a las Ganancias en la cuarta categoría. "Parece que ese 11%, que son los de arriba de la escala, es el principal problema entre el Gobierno y los sindicatos, que mayoritariamente tiene una buena relación con esta gestión", enfatizó.

Los argumentos de Kicillof, sin embargo, no cayeron muy bien entre la dirigencia gremial. En los sindicatos que responden a la CGT oficial deslizaron un abierto rechazo a aceptar negociar salarios en los términos que pretende la Casa Rosada sin garantías claras de una menor presión de Ganancias.

A su vez, los gremios del transporte renovaron su bronca con el Ejecutivo y ratificaron su convocatoria a un paro nacional para el 31 de marzo. La medida de fuerza sumará en las próximas semanas la adhesión de las principales centrales obreras opositoras (CGT de Hugo Moyano, CGT Azul y Blanca y CTA opositora), y podría contar también con el respaldo de sindicatos de buen diálogo con la administración kirchnerista, como el caso de los bancarios.