A pocas horas de un nuevo aniversario de la inundación de 2003, Fabián Mazzi se fue de recorrida por dos de los sectores más afectados por la catástrofe.
En barrio Roma, recordó la tragedia en uno de los hitos más tristes de aquel 29 de abril: el Hospital de Niños Dr. Orlando Alassia, donde habló con Carlos Rodríguez, ex dirigente de Colón.
“Fue un día muy triste e increíble”, comenzó Carlitos, y relató esas horas de incertidumbre y luego desesperación, en las que el agua iba avanzando sin cesar, hasta que dos de sus hijos debieron ser rescatados en lancha por la ventana del segundo piso de su casa, ya tapada por el impiadoso Salado. Él, mientras tanto, se quedó en el techo, como tantos otros vecinos, junto a su mujer y otro de sus hijos.
Dos metros y medio de agua tuvo su vivienda. Pero a él no le importa demasiado: “eso se arregla”, dice. Lo que más lamenta es la pérdida de los recuerdos, de las fotos, en definitiva de su propia historia. “Eso es lo más doloroso”, asegura.
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En otro lugar de la ciudad, Jorge Alberto Benítez también lo perdió todo a manos del río. “El Cabezón”, como muchos lo conocen (sobre todo quienes son de Colón), vive frente al Brigadier López. Por milagro, el portón del estadio no le quitó la vida a uno de sus hijos en aquellos minutos de furia del Salado en barrio Centenario.
Hay imágenes y sensaciones que jamás podrá olvidar: la muerte de un bebé que se le escapó de las manos a su madre, su casa arrasada, la gente en los techos, la desesperación. “Doblo escapando y veo a dos mujeres en desavillé corriendo con los chicos en la mano. Ahí me dí cuenta de que era una catástrofe”, grafica. Y agrega: “Cuando siento un helicóptero, arriba ese ‘ta-ta-ta’ , me demuele. No nos lo podemos sacar ni yo ni toda mi familia de la cabeza”.
Sin embargo, rescata la actitud de los santafesinos. “Venía Miguel del Sel en una lancha. Le dije: ‘¿viste Miguel?, ahora somos todos iguales. El médico, el arquitecto, el artista, yo'. Nunca vi algo tan solidario. Nunca vi un pueblo tan solidario como esa vez. Trataban de salvarse todos, de ayudarse, de acarrear cosas, de buscar abuelos. Eso me demostró que la capacidad del argentino es ser solidario”.
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