El último sábado, comerciantes de la pequeña localidad de Alejandra decidieron cerrar sus puertas (sobre todo en horario nocturno) para llamar la atención de las autoridades. Así, la comuna de 5 mil habitantes se convirtió en un pueblo fantasma. El objetivo: reclamar seguridad.
“Nos están sucediendo cosas muy complicadas: enfrentamientos entre bandas, robos. Se comenzó con robos a comercios, a casas particulares, y después esto pasó a mayores: robos a mano armada. Para nosotros esto es una novedad”, contó a Todo Pasa Jorge Tour, dueño de un boliche. “Antes, la ‘actividad’ de estos malnacidos era en horario nocturno pero ya ahora es a plena luz del día”, completó.
Jorge aseguró que quienes delinquen “son conocidos”, y que sus nombres han sido suministrados a la policía. Sin embargo, no han tenido respuestas positivas. Lo que es más: el Día de la Bandera, los vecinos se autoconvocaron en la plaza central con pancartas, pero no participó de la concentración ningún representante político. Y eso los indigna.
A raíz de la marcha, y por nuevos inconvenientes ocurridos, en estos días que pasaron desde entonces avistaron la presencia de fuerzas especiales de localidades cercanas, que aprehendieron a varios malvivientes. No obstante, los lugareños no confían en que esto sea una política duradera, que es lo que están exigiendo para recuperar su apacible vida cotidiana.