Colón - Por César Carignano

Viernes 27 de Abril de 2018 - 07:37 hs

Domínguez, tan inédito como eficaz

El entrenador sabalero no solo es parte del recambio generacional, sino que es además dueño de un estilo propio que desafía los parámetros habituales en el fútbol y que hasta aquí lo condujo a buenos resultados.

Prensa Colón

Observar el fútbol, analizarlo, descomponerlo para llegar a la verdad es utópico. En todo caso a lo que llegaremos es a una verdad. Valiosa como cualquier otra, pero una verdad y no la verdad al fin de cuentas.

De allí que por instinto perfilemos el espectro en tal o cual dirección a la hora de leer un partido. Alguna vez alguien decidió que cada jugador sea representado tras su partido por una calificación, como si se tratara de un examen. Una persona calificando a veintidós protagonistas sin más herramientas que un par de ojos y su gusto futbolero sin conocer además las funciones que el entrenador impuso a cada futbolista.

Y eso, sin quererlo casi, se ha transformado en un paradigma de este deporte. Como encasillar a los entrenadores con un par de facilismos tan simples y contundentes como desacertados: defensivo u ofensivo. Sin considerar los matices que brindan los futbolistas, ni los obstáculos que presentan los rivales.

Los paradigmas son modelos que se instalan y cuentan con suficiente aval popular como para ser considerados absolutos casi. Entre ellos, además de los citados podemos agregar uno que siempre ha sido moneda corriente en el fútbol: el sostenimiento de una base, de un equipo.

Los sistemas suelen variar porque la dinámica de este deporte lo exige. Para muestra un botón: la tradicional línea de cuatro defensores se transforma en tres apenas suena el silbato de inicio de un partido.

Los nombres, en cambio, generalmente no se alteran. Está claro que se enfrentan contratiempos como lesiones y suspensiones, pero los entrenadores suelen tener un equipo en su mente y perseguir la chance de sostenerlos en el campo para que se asocien defendiendo y atacando.

Eso es norma desde siempre por distinto que sea el estilo futbolístico o la filosofía pregonada. La repetición perfecciona y a raíz de ello funciona. Lógicamente esa base, esa rigidez de nombres se rompe cuando no aparecen los resultados, porque debe profundizarse la búsqueda.

Sin embargo, contra todo parámetro conocido y pateando el tablero de los paradigmas conocidos ha irrumpido Eduardo Domínguez. Quien llegó a Santa Fe con una idea que, con inteligencia, modificó en el entretiempo de su partido debut.

Ese giro en su concepción tuvo que ver con las características del plantel heredado. Pero lo curioso vino después, cuando pudo ponerle nombres de su agrado a los integrantes de su plantel o en todo caso futbolistas más alineados con su paladar.

Desde ese momento Colón ha sido tenido una rotación permanente en su once titular. Algunas veces por lesión, algunas otras por suspensión, pero la gran mayoría por decisión técnica.

La valoración insistente del rival para organizar su planteo lo ha llevado a modificar nombres sin cesar. Nunca Colón repitió formación en esta Superliga. El hecho de focalizar tanto en el adversario lo ha condenado a quitarle protagonismo a los jugadores que más lo precisan, los de creación, porque el centro de atención es la contención del oponente y no la afirmación del juego propio. Adaptarse uno en lugar de obligar al de enfrente a hacerlo.

Desde ese lugar, de manera entendible, los encargados de la generación han flaqueado esta temporada. Es complejo entablar sociedades sin continuidad. Por el contrario, los responsables de controlar y contener sí se han consolidado. Y en aceptable porque para defender se precisa sincronización, pero para atacar además de eso se precisa la pelota.

Amén de todo lo anterior este plantel, salvo excepciones puntuales, acepta las reglas de su entrenador y trata de adecuarse a ellas generando alternativas para ser competitivo: la pelota parada, el orden y un goleador en estado de gracia.

Los números son crudos y avalan con creces la labor del entrenador. La fluidez y la armonía en el juego no son valores que atesore este equipo. Pero la practicidad, el orden y la contundencia, si lo son. Y esa elección es tan respetable como la otra, aunque dependa en exceso de detalles para definir partidos.

Lo de Domínguez es inédito, tan inédito como eficaz. La temporada pasada culminó en éxito, en esta tiene buenas chances de repetirlo, pero al tiempo no hay que apurarlo, sino más bien hay que conquistarlo.

Fuente: Por César Carignano