Fútbol - Por César Carignano

Viernes 20 de Abril de 2018 - 09:32 hs

Zapatero a su zapato

Unión mereció mucho y cosechó poco en los últimos partidos lo cual es preocupante por la instancia que atraviesa la Superliga. Sostener lo futbolístico y apuntalar lo anímico parece ser el camino.

Prensa Unión

El fútbol es un juego y como en todo juego el objetivo principal es uno solo: ganar. Pero incluso en un juego de naipes o en uno de mesa las estrategias juegan, se tejen en la mente con anterioridad y luego se expresan. Está claro que no garantizan el triunfo, pero generan la sensación de tener mayores chances. Eso se llama planificación. Planificación aplicada al ámbito lúdico.

Lúdico es justamente la palabra que sostiene la esencia inalterable del juego porque lo torna impredecible, ingobernable. Es la única explicación para perder el envido con treinta y dos de mano y para no ganar un partido donde se es claramente dominante.

Ahora bien. Maldecir al azar sin navegar en uno mismo para identificar errores propios tampoco es el camino correcto. Entonces, habrá que ubicar el sentido común y el análisis entre ambos extremos para no caer en lugares comunes.

Que Unión ha merecido más en los últimos partidos es tan cierto como que hubo errores arbitrales y fallos propios. El reto pasa por elegir el punto desde el cual observar la actualidad. El gran desafío, en este contexto, para este plantel Tatengue es no caer en una lectura negativa.

Nada asegura el éxito en el fútbol. Nadie puede contratar la salvación porque en Argentina no existe el miedo futbolero. Cualquier jugador, con cualquier camiseta está convencido de que puede ganarle al mejor como visitante, cosa que de hecho ocurre con cierta periodicidad.

A partir de allí se precisa del crecimiento colectivo más que del aporte individual para trascender, para crecer o para -como está de moda decir- dar el salto de calidad.

Entenderlo es sustancial y conseguirlo es complejo. Al respecto hay que decir, sin dudas que Unión es competitivo y tiene mayor potencial que al inicio de la Superliga.

Esa construcción seguramente tuvo guiños del azar, pero se ha centrado más en la capacidad de jugadores experimentados para potenciar a sus laderos, en el sostenimiento de un grupo de trabajo en el tiempo lo que llevó a la mecanización de un estilo de juego. Por allí pasan los fundamentos de este Unión que tiene decididamente una identidad.

Este equipo está por debajo de lo que ha merecido y esta sentencia dispara diferentes conclusiones. Los pesimistas dirán que no tiene capacidad de resolución y se equivoca en momentos clave. Los optimistas dirán que falta muy poquito para ganar pero que este equipo juega bien y liga poco. Y entre ellos, habrá otro grupo que entenderá que el Tate tiene una sólida base que lo hace competitivo, que le permite jugar de igual a igual con todos pero que por diversas razones no logra cosechar lo que merece.

Errores puntuales claro que hay. Pero el que cometió un error en el tercer gol de Tigre evitó el 0-1 en el primer tiempo y sostuvo el empate en el Nuevo Gasómetro hace un par de semanas. El que no llegó a cubrir el remate de la última jugada el domingo pasado anticipó todo el partido a los delanteros rivales para impedir que Tigre juegue como sabe. Y si uno indaga profundamente encontrará situaciones similares en cada apellido.

Pero el análisis no debe quedarse con lo superficial ni endilgarle a Beligoy los errores de otros árbitros en otros partidos. Eso sería equivocar el diagnóstico.

Y a estas alturas errar ese diagnóstico puede conducir a profundizar la enfermedad. Son momentos difíciles porque más doloroso que no poder sumar es no hacerlo mereciendo. Pero aquí, debe aparecer alguien que hable, que convenza, que lidere para transformar el gris en blanco y no en negro.

Suele decirse que lo único capaz de vencer a un pensamiento positivo es un pensamiento negativo y para direccionar correctamente esas ideas se precisa de la palabra y la voz justa.

En lo mental está el punto determinante. Trabajar en ese aspecto es más importante que el juego esta semana porque los pies no se olvidan de jugar, pero la cabeza puede confundirlos. El objetivo sigue estando cerca. Lo del fin de semana pasado fue un punto, no una derrota, pero lograr que desde ese punto Unión avance es menester de sus conductores.

Y en su entrenador, según sus propios dichos, este grupo tiene a un especialista. Será cuestión entonces de aguardar y de dejar que el zapatero trabaje en sus zapatos.

Fuente: Opinión de César Carignano