En ellas NO sólo hay garra, pasión y corazón. Existe una dosis extra de inteligencia para comprender el juego; hacer una lectura rápida de la situación, interpretar cuál es la mejor opción, vislumbrar lo que está por ocurrir y actuar en consecuencia.
Despiertan admiración. Inspiran respeto. Lo hacen dentro y fuera de la cancha; entre sus compañeras, amigas, rivales, jugadoras de inferiores y padres. No es algo nuevo. Fue siempre así, jugaron siempre así.
El reconocimiento no tiene que ver sólo con su rendimiento como jugadoras. Se las ve como dos líderes naturales; como motivadoras, capaces de sacrificar cuestiones personales.
Reúnen valentía, determinación y capacidad para saber cómo enfrentar las adversidades y, a partir de allí, ser quienes comanden los cambios y las acciones. No tienen la cinta de capitanas. Tampoco les hace falta. Saben cuál es su rol dentro del plantel.
Una es solidaria en la marca, sabe cuándo enfriar el partido y cuando acelerar, siempre atenta al cruce y sacando la bocha jugando en la mayoría de las ocasiones. Actúa como un “pulpo” cuando se suma al mediocampo, quita y hace jugar.
Otra resulta desequilibrante y temperamental, sus diagonales con velocidad son una pesadilla en muchos partidos. Su amplio repertorio incluye y garantiza una cantidad de goles importantes y pases gol.
Sus carreras atravesaron todos los estados: la felicidad en equipo, la consagración colectiva e individual, el reconocimiento, la amargura de la derrota, el reposo obligado y otra vez la recuperación para atesorar un podio. Siempre se reinventaron para ser mejores. En ellas tienen el modelo de perseverancia, liderazgo y conducta deportiva que se necesita para trascender.
Sábado por la tarde. Mediados del cuarto inicial ante La Salle en Primera División. La Nº 7 y la Nº 18 se levantaron del banco para hacer su ingreso al partido. Y lo hicieron con las mismas ganas y energías de cuando tocaron una bocha por primera vez en su vida allá cuando apenas tenían entre 4 y 6 años, respectivamente.
Yosi Kakazú y Geor Bernia volvieron. Juntas, a la par. Para ellas el hockey es, fue y será un estilo de vida. Banco vuelve a entusiasmarse; Banco las tiene de nuevo. En Banco es donde todo comenzó, es su casa. Queda valorar y disfrutar de su juego. Porque el sentimiento es más fuerte. Por su insistencia y ambición, esperan que esta etapa sea mucho mejor que la anterior. Todo cambia, pero lo que no cambia es su pasión por el club de sus amores. A brindarse al servicio del equipo, entrenar fuerte, rendir bien, lograr cosas importantes, para posicionar a Banco donde se merece.