Educación - distinta

Lunes 05 de Septiembre de 2016 - 10:12 hs

Una simple consigna revolucionó el aula y las redes

Una maestra de tercer grado propuso una actividad para conocer a sus alumnos y la sorpresa que se llevó con las respuestas fue asombrosa para su trabajo y el de sus colegas. El proyecto tras la frase "Quisiera que mi maestra supiera..."

Actualizado: Lunes 05 de Septiembre de 2016 - 13:39 hs

Imagen ilustrativa

Cuando Kyle Schwartz comenzó a trabajar como maestra de tercer grado se le ocurrió proponerles a sus alumnos hacer un ejercicio para conocerlos mejor. La actividad consistía en completar en un papel la frase: “Quisiera que mi maestra supiera…”.

Schwartz nunca imaginó los finales que serían escritos. Historias de dolor y de dificultades económicas y familiares fueron compartidas por los chicos. Algunos ejemplos fueron:

 “Quisiera que mi maestra supiera que no tengo lápices en casa para hacer la tarea”, “.... cuánto extraño a mi papá porque fue deportado a México cuando yo tenía 3 años y no lo he visto en 6 años”, “... que mi familia y yo vivimos en un refugio”.


Asombrada por el poder de este ejercicio, la maestra compartió esta actividad con otros docentes que la replicaron en sus clases. El entusiasmo de los colegas fue tal que el hashtag #iwishmyteacherknew (#quisieraquemimaestrosupiera) se volvió viral.

Muchas historias de chicos fueron compartidos de forma anónima en las redes sociales y Schwartz las volcó en un libro llamado: Quisiera que mi maestra supiera: cómo una pregunta puede cambiarle todo a nuestros chicos.

"... que mi papá tiene dos trabajos y no lo veo mucho", “...que tengo TDHA (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y soy diferente a los demás", "... no veo a mi mami hace 4 años", "....que mis sentimientos y emociones están muy aplastadas cuando entro a clase y ella/él las empeora cuando son hostiles". 


En el libro, cuenta los errores que podría haber evitado con sólo saber más sobre sus alumnos. Ella tenía un estudiante obsesionado con la ciencia entonces le aseguró un lugar en un campamento de verano sobre ciencia, creyendo que le había hecho un gran favor. Sin embargo, no sabía que la familia del chico tenía tantos problemas financieros que sus padres no podían permitirse el lujo de tomar tiempo libre del trabajo para llevar a su hijo a la actividad.

Schwartz afirma que el espacio escolar puede ser de gran soporto para acompañar a los alumnos a sobrellevar sus dolores y pérdidas, y que el trabajo debe ser conjunto con los padres, por eso, saber sobre ellos y su realidad es una gran herramienta para todos los docentes. 

Fuente: Agencias