Política - Opinión

Jueves 28 de Julio de 2016 - 09:47 hs

"Reunión cumbre"

Miguel Cello reflexiona sobre el polémico encuentro que mantuvieron en Casa Rosada Macri y Tinelli.

Actualizado: Jueves 28 de Julio de 2016 - 12:35 hs

El título de este editorial está encomillado. Desliza ironía para evitar un improperio, una definición más tajante e impublicable. Se refiere al encuentro mantenido por casi una hora entre el Presidente de la Nación y el conductor televisivo más popular de la Argentina. No puedo expresar con exactitud lo que siento ante semejante dislate. Si es desilusión, decepción, bronca, pena, vergüenza o todo eso junto. Un jefe de estado, de un país con múltiples problemas por resolver, altera su agenda para recibir al famoso más famoso de la tele. A ese que ha sacado beneficios, con la misma fórmula de la extorsión en clave de parodiada, de cuánto gobierno pasó por la Casa Rosada en los últimos 20 años. Lo hizo con el menemismo, con la Alianza, con el kirchnerismo y parece que perdurará con este gobierno. Sea cuál fuere el motivo que impulsó la reunión no debería haberse producido.

Ese encuentro de ayer fue un síntoma inequívoco de debilidad por parte de Macri, pero además, una ratificación de que la política retrocede una vez más ante una imagen mediática poderosa, que cree tener la llave para desestabilizar a cualquiera aunque lo desmienta, con falsa modestia. Fue una muestra de la falta de fortaleza que aún sufre nuestro sistema político y una prueba irrefutable de inseguridad de un gobernante. La ratificación de la endebles de un plan de gobierno (si es que lo hay) para encaminar al país en un destino mejor que el marcado por 12 años de discurso único y enajenación ideológica.

No soy ingenuo, el poder de los medios masivos de comunicación resultan de real influencia en la sociedad. Incluso hasta el punto vejatorio -si se quiere- que es imposible hacer política sin el apoyo y la anuencia mediática. Pero si para hacer política se toma como imprescindible el acompañamiento mediático, entonces no estamos en el real ejercicio de hacer política.

La agenda política que, abierta o subrepticia, espera la opinión de los medios no es una agenda de gestión política; es una agenda impuesta por los medios o por estrellas de éstos conglomerados comunicacionales. Hoy es Tinelli y Mirta Legrand, ayer fueron Neustad y Grondona y mañana será un deportista notable o un grupo encumbrado de la movida tropical, el que amerite ser convocado a Balcarce 50 para dar su apoyo al mandatario de turno preocupado por su adhesión. Mientras, cientos de organizaciones, miles de postergados y millones de argentinos, esperanzados en el “cambio” tan anunciado, esperan ser escuchados, atendidos y complacidos por las promesas realizadas.

Si cada administrador del Estado se dedica a mirar de reojo el minuto a minuto de las “estrellas” viejas y nuevas de los medios, su influencia y su posición política, para lograr congraciarse con ellos, es probable que la gente, durante un tiempo, crea lo que ve, lo que escucha y lo que lee. Pero se sabe, es sólo por un lapso limitado. La realidad siempre fluye por el mínimo resquicio para luego derramarse y expandirse por toda la superficie. Si eso ocurre, una vez más, la política cederá al show, que siempre encandila para evitar lo oscuro y disimular las imperfecciones. Y lo que es peor estaremos lejos de tener un estadista para dirigir un país con variados y serios déficits por resolver. Y yo quiero un Presidente, no un “gomazo”.

Fuente: LT10(Miguel Cello)