El paso de Marcos Díaz por Colón se transformó en una historia que nunca pudo resolverse y que, con el correr de los meses, terminó generando más rechazo que ilusión en los hinchas.

El arquero, que llegó con un cartel importante por su experiencia, fue apartado durante el ciclo de Martín Minella como entrenador y nunca volvió a tener espacio en el plantel. Con la llegada de Ezequiel Medrán se especuló con una chance de reinserción, pero la decisión inicial se mantuvo: Díaz continuó entrenando a contraturno, lejos del grupo, a la espera de cumplir su contrato.

Según pudo averiguar Diez en Deportes, la dirigencia intentó en varias oportunidades negociar una rescisión para cerrar anticipadamente el vínculo, aunque nunca se llegó a un acuerdo. La situación quedó en un segundo plano en medio de la campaña, pero no deja de sorprender por el contraste entre lo que se esperaba de él en su arribo y la realidad de su salida, marcada por la distancia y la falta de protagonismo.

Hoy, más allá de que hace mucho tiempo no juega, el contrato sigue vigente y Colón deberá sostener esta situación al menos por tres meses más, una vez que se dispute la última fecha ante CADU. El desenlace parece cantado: un final que nada tiene que ver con las expectativas que generó su llegada y que se suma a los capítulos de frustración que el club arrastra en los últimos tiempos.